Una investigadora en biomedicina, elegida como futura astronauta por la ESA. Extracto de la conferencia impartida el 28/XII/2022 en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO)(www.cnio.es). Por
Fernando Pelaez. Director del Programa de Biotecnología, CNIO, Madrid
Sara García Alonso podría ser una más de tantas investigadoras jóvenes españolas que pueblan los laboratorios de investigación en biomedicina en nuestro país. Nacida en León en 1989, estudia un Grado de Biotecnología en la Universidad de su ciudad natal, es buena estudiante, hace una tesis doctoral en el Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca, que defiende en 2018, y en 2019 se integra en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), para hacer una estancia postdoctoral en el laboratorio de Mariano Barbacid, investigador mundialmente reconocido por haber descubierto el primer oncogén (el oncogén KRAS, que está mutado en un elevado porcentaje de tumores). Este año, en el mes de septiembre, Sara publica como primer autor un importante trabajo en la prestigiosa revista Molecular Cell. En este artículo (que tiene incluso un moderado impacto mediático) describe la estructura atómica de una proteína (RAF1), una diana terapéutica de gran interés para el desarrollo de nuevas terapias para tratar tumores asociados a mutaciones en KRAS.
Hasta aquí, todos estos datos reflejan una carrera científica prometedora, sin lugar a dudas, pero no es la razón por la que Sara ha pasado en unos pocos días de ser una anónima investigadora postdoctoral a ser una persona verdaderamente popular, tras haber aparecido en todos los canales de televisión nacionales (e internacionales), así como en la prensa escrita, haber concedido entrevistas, etc. Y todo ello porque Sara es una de las 17 personas que este año la Agencia Espacial Europea (ESA) ha seleccionado como futuros astronautas, después de 15 años desde la última convocatoria.
Hay que recordar que el último astronauta español fue Pedro Duque, hace ya 30 años. Desde entonces no ha habido más. Este año, en la última convocatoria han sido elegidos dos españoles, Pablo Álvarez, ingeniero aeronáutico, seleccionado como astronauta “titular”, y Sara García, investigadora en biomedicina, como reserva. Sara se ha convertido en la primera mujer española seleccionada en este programa.
Para ello, Sara ha tenido que pasar con éxito un proceso de selección extraordinariamente duro, en el que han participado casi 23.000 personas de toda Europa, que ha durado 18 meses, y en el que ha sido sometida a todo tipo de pruebas, incluyendo una evaluación concienzuda de su currículum y su trayectoria profesional y personal, tests psicotécnicos, pruebas físicas y médicas, tests de personalidad, de resistencia al stress, capacidad de trabajar en equipo, etc. En sus propias palabras, el haber tenido la oportunidad de pasar por este proceso de selección ya ha representado una lección extraordinariamente valiosa para ella, y el haber sido finalmente seleccionada es la guinda del pastel, pero lo importante ha sido lo que ha vivido hasta la fecha.
La hazaña de Sara (porque de hazaña se puede calificar, sin dudarlo), es relevante por varias razones, y una de ellas es que demuestra que dedicar tu vida a la investigación en biomedicina, camino que eligen todos los años cientos de estudiantes en toda España, puede llevarte por caminos que nunca imaginaste, y alguno de esos caminos te puede llevar tan lejos como a las estrellas, literalmente. El ejemplo y la inspiración que proporciona a todos los jóvenes que deciden dedicarse a la investigación biomédica es de enorme valor.
¿Qué papel va a desempeñar Sara como astronauta en la reserva? En principio, solo los astronautas elegidos como titulares (5 de los 17 seleccionados) recibirán el entrenamiento completo para participar en misiones en el espacio que ya están previstas por la ESA. Los reservas tienen otro papel. Por un lado, actúan como consultores para la ESA, participan en tareas de divulgación, y reciben una formación específica muy extensa. Y tienen la expectativa de participar en misiones específicas para las cuales su formación científica o técnica (en este caso, en biomedicina) puede resultar necesaria. La estación espacial internacional, que orbita en torno a la Tierra desde hace algo más de 20 años, alberga en su interior laboratorios donde se llevan a cabo experimentos científicos de todo tipo en múltiples ámbitos. Sara confía en que si algún día se plantea en los laboratorios de la estación espacial la realización de experimentos en los que su experiencia como investigadora pueda ser de utilidad, ella tenga la oportunidad de participar en esta misión. Hasta entonces, disfrutará de la experiencia de ser miembro de un pequeño grupo de elegidos y de las oportunidades profesionales que le proporcionará su status como astronauta. Una carrera de altura para una investigadora en biomedicina, verdaderamente.
Dejar Comentario