El País, Nuño Domínguez 5/4/2023
El análisis de más de 30.000 pacientes en Europa, América y Asia sostiene que las partículas finas son el detonante de los tumores
En los últimos años, los oncólogos se enfrentan a un fenómeno creciente que no saben explicar del todo: cada vez más personas desarrollan cáncer de pulmón sin haber fumado nunca. Son en torno al 15% de todos los casos —solo en España, unos 5.000 al año—.
Un nuevo estudio publicado este miércoles apunta a uno de los culpables: las minúsculas partículas suspendidas en el aire contaminado. El trabajo ha analizado los niveles de partículas de 2,5 micras (PM 2,5) —las más diminutas presentes en los humos de combustión de los carburantes— y la incidencia de cáncer de pulmón en 33.000 no fumadores de Reino Unido, Canadá, Corea del Sur y Taiwán. Los autores se centraron en personas que tienen una mutación en el gen EGFR, un marcador típico del cáncer de pulmón en personas que nunca han fumado o que lo han hecho de forma muy esporádica. Los resultados muestran una clara asociación entre los niveles de contaminación del aire y la incidencia de estos tumores.
“Este trabajo demuestra un nuevo paradigma de cómo aparece el cáncer”, resume el oncólogo Charles Swanton, investigador del Instituto Francis Crick de Londres y autor principal del estudio, en el que han participado decenas de científicos de Europa, Asia y Norteamérica.
Hasta ahora se pensaba que los agentes cancerígenos en el medio ambiente producían daño en el ADN —mutaciones— y que esa agresión genética era la que promovía después el desarrollo de tumores. Pero el nuevo trabajo demuestra que las partículas finas suspendidas en el aire actúan de promotor del cáncer en personas sanas que, casualmente, ya portaban mutaciones que predisponen al cáncer de pulmón, como la EGFR.
El estudio apunta a que bastan tres años respirando aire contaminado para que la incidencia del cáncer de pulmón en no fumadores se dispare. En Europa, el 96% de la población urbana está expuesta a niveles de partículas PM 2,5 que superan los recomendados por la Organización Mundial de la Salud, según la Unión Europea.
Swanton expone la importancia de sus hallazgos, publicados en la revista Nature (5/Abril 2023). “La contaminación del aire mata a ocho millones de personas al año en todo el mundo. Unas 300.000 de ellas mueren de cáncer de pulmón. Parte de ellas son personas que nunca han fumado, pero que tiene la mutación EGFR”, explica. En Europa son en torno al 15% de los pacientes, pero en Asia el porcentaje puede llegar al 75%. “Es la primera vez que se demuestra que un compuesto carcinogénico puede promover el cáncer sin causar mutaciones. Pensamos que esto es solo el principio. Es muy posible que los otros 19 compuestos carcinogénicos que se han detectado hasta ahora generen tumores por mecanismos similares”, añade.
Los investigadores han demostrado en ratones que las partículas finas provocan una inflamación del sistema respiratorio y que es esta la que desencadena la aparición de los tumores de pulmón en individuos que poseen mutaciones que predisponen al cáncer, como EGFR y KRAS.
Las partículas finas PM 2,5 “penetran mucho en los pulmones, traspasan los bronquiolos y llegan al torrente sanguíneo”. “Tienen un diámetro de 2,5 micras, mientras las células epiteliales tienen unas 10 micras. Así que su efecto es comparable a tirarle piedras a una persona. Con esta información, los gobiernos y las empresas deberían sentir más responsabilidad y entender que sus acciones tienen un precio en la salud”, expone.
“El trabajo abre también nuevos caminos, como detectar a personas que llevan las mutaciones EGFR o KRAS, que aumentan su riesgo de sufrir esta enfermedad si se exponen a la contaminación”.
Luis Paz-Ares, director de la unidad clínica de cáncer de pulmón en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), explica otra derivada del nuevo trabajo. Los investigadores han demostrado en ratones que la aparición de los tumores está mediada por una inflamación generada por el sistema inmune ante el daño que causan las partículas finas. En este proceso es clave la interleucina 1-beta, una proteína inflamatoria. Los científicos han demostrado que, si se bloquea esta molécula, se frena la aparición de tumores de pulmón. “Precisamente”, resalta Paz-Ares, “existe un fármaco experimental llamado canakinumab que bloquea la interleucina 1-beta. En un ensayo con más de 10.000 pacientes, el fármaco demostró una reducción importante del cáncer de pulmón de forma inesperada, pues este ensayo se había desarrollado contra el infarto de miocardio”, explica Paz-Ares. “Esto abre la puerta a tratamientos antinflamatorios para prevenir el cáncer de pulmón”, añade.
El grupo de Swanton quiere ahora estudiar otros factores externos, como el alcohol en el cáncer de esófago o la obesidad en varios tipos de tumores. “Nos queda un campo enorme por explorar”, resume.