Mar Soria Merino | Farmacéutica especialista en Radiofarmacia, CETIR-ASCIRES
La literatura científica describió por primera vez la teragnosis a principios de los años 2000, pero fue tiempo atrás cuando se observó el primer ejemplo. En 1941, el Dr. Saul Hertz trató mediante iodo radiactivo a uno de sus pacientes con hipertiroidismo.
Este término procede de la combinación de las palabras “terapia” y “diagnóstico”. Consiste en el empleo de pares de radiofármacos que, siendo química y estructuralmente idénticos (o prácticamente idénticos), en primer lugar son capaces de detectar diferentes patologías, mediante su afinidad por estructuras de interés y la inclusión en su interior de núcleos inestables con los que poder rastrear y obtener imágenes diagnósticas, y posteriormente de combatirlas sustituyendo este núcleo por otro con acción terapéutica.
En el primer caso, nos referimos a radiofármacos que incluyen principalmente isótopos emisores gamma, como Tecnecio-99m (99mTc), el Iodo-123 (123I) y el Indio-111 (111In), o emisores de positrones, como el Flúor-18 (18F) o el Galio-68 (68Ga). Gracias a esta radiación penetrante y poco ionizante, podemos conseguir imágenes moleculares del organismo mediante Tomografía por emisión de fotón único (SPECT) y Tomografía por emisión de positrones (PET), respectivamente. En el segundo caso, nos referimos principalmente a isótopos emisores beta, como el Iodo-131 (131I), el Lutecio-177 (177Lu) o el Ytrio-90 (90Y). A diferencia del caso anterior, este tipo de radiación es capaz de depositar grandes cantidades de energía ionizante a corto alcance, afectando a los núcleos celulares colindantes, produciendo la ruptura de las hebras de DNA y finalmente la muerte celular.
Uno de los primeros ejemplos de agente teragnóstico es el 131I-Ioduro sódico, empleado para el tratamiento de diferentes tipos de desórdenes tiroideos. Su homólogo 123I-Ioduro sódico, con menor capacidad de ionización y mayor penetración de órganos está indicado en la evaluación de la función o la morfología de la glándula tiroides mediante gammagrafía.
Del mismo modo, el anticuerpo monoclonal Ibritumomab, desarrollado para actuar contra los antígenos CD20 de los linfocitos B en Linfomas no Hodgkin de bajo grado y refractarios, fue unido a 111In para posibilitar su imagen diagnóstica. Este mismo anticuerpo unido a 90Y (Zevalin) está indicado en el tratamiento de esta patología.
Asimismo, la teragnosis se emplea de forma satisfactoria en el tratamiento de tumores neuroendocrinos (TNE), donde los receptores de somatostatina se encuentran sobreexpresados. Los agentes teragnósticos son moléculas análogas a la somatostatina como el 111In-Octreótico, el 68Ga-DOTATOC o el 68Ga-DOTATATE para la detección precisa del TNE mediante imagen SPECT y PET, abriendo paso al tratamiento con sus homólogos 177Lu-DOTATATE o 90Y-DOTATATE. Estos últimos han consolidado el papel de la teragnosis en la Medicina Nuclear, ya que suponen una de las terapias de mayor éxito para el tratamiento de este tipo de tumores.
Por último, cabe destacar que el Dr. Michel Morris, del Centro Oncológico Memorial Sloan Kettering, presentara en el Congreso de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO) en 2021 los resultados del ensayo VISION, centrado en la teragnosis sobre el cáncer de próstata avanzado. Este estudio internacional de fase III analizó la respuesta de pacientes con cáncer de próstata resistente a la castración metastásico sometidos al tratamiento de referencia (SOC) frente a este mismo tratamiento de referencia asociado a 177Lu-PSMA-617, un ligando del sobreexpresado Antígeno Prostático específico de Membrana (PSMA). Se observó que aquellos pacientes explorados previamente mediante PET-TC con 68Ga-PSMA-11 para la detección del antígeno y posteriormente tratados con SOC y 177Lu-PSMA-617, mostraron mayores supervivencia global y supervivencia libre de progresión radiológica, que aquellos que únicamente fueron tratados con SOC. Asimismo, se observó una buena tolerancia al tratamiento con 177Lu-PSMA-617.
Este y otros avances clínicos son capaces de explicar por qué en 2018 el gigante farmacéutico suizo Novartis comprara la empresa biofarmacéutica estadounidense Endocyte, responsable del desarrollo del 177Lu-PSMA-617. El potencial de esta nueva estrategia terapéutica en la Medicina nuclear es capaz de causar un hito en la terapia individualizada de numerosas patologías.