El miércoles 5 de junio se ha anunciado la concesión de los Premios Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2024, que han recaído sobre varios investigadores en el campo de la endocrinología. Los premiados comparten el reconocimiento de haber iniciado y desarrollado desde los años 70 del pasado siglo investigaciones que han representado avances fundamentales en nuestra comprensión de la regulación del metabolismo y han desembocado en el desarrollo de fármacos eficaces contra la diabetes y la obesidad, patologías prominentes que son un problema global de salud pública.
Jeffrey M. Friedman ha sido pionero en establecer la base genética de una hormona que regula el apetito. Esta hormona, la leptina, descubierta en 1994, se genera en las células grasas (adipocitos) tras la ingesta y actúa sobre la región cerebral que controla el apetito, generando la sensación de saciedad. También ha estudiado la predisposición genética a la obesidad. En el caso de algunos pacientes obesos extremos este mecanismo está desequilibrado, debido a mutaciones en el gen que codifica esta hormona o en su receptor.
Por su parte, Daniel J. Drucker, Joel F. Habener, Jens Juul Holst y Svetlana Mojsov han estudiado el efecto de las hormonas denominadas “incretinas”, que regulan la secreción de insulina y consecuentemente los niveles de glucosa en sangre. Estas investigaciones han conducido al desarrollo de tratamientos que ya están disponibles y que están mejorando la calidad de vida de cientos de millones de personas en todo el mundo. Estos trabajos están teniendo un enorme impacto clínico y social, ya que han permitido por primera vez el desarrollo de fármacos eficaces para combatir la diabetes y la obesidad.
Así, en los últimos años se ha producido un gran avance en el tratamiento de la diabetes de tipo 2, con la aparición de fármacos que utilizan como principio activo moléculas basadas en un grupo de hormonas (“incretinas”) entre las que se cuenta una molécula denominada GLP-1 (glucagon-like peptide 1, péptido semejante al glucagón). El glucagón es una hormona producida por el páncreas que juega un papel de contrapeso de la insulina en el equilibrio del azúcar en sangre. Cuando el nivel de azúcar baja, el glucagón induce al hígado a liberar glucosa y cuando sube se genera más insulina, que se encarga de reducir el exceso. El GLP-1 por su parte es una hormona secretada por las células del estómago tras ingerir alimento, que disminuye la producción de glucagón y estimula la síntesis y la producción de insulina por el páncreas, por lo que tiene el efecto indirecto de reducir los niveles de glucosa en sangre.
Drucker, Habener, Holst y Mojsov comparten el reconocimiento de haber iniciado y desarrollado las investigaciones sobre estas hormonas desde los años setenta del pasado siglo, que ha permitido utilizar este sistema de regulación como diana terapéutica efectiva contra la diabetes de tipo 2. Así, en los últimos años se han lanzado al mercado varios fármacos basados en la estructura química del GLP-1, como la semaglutida, la dulaglutida y otras semejantes, que funcionan como análogos de esta incretina, por lo que permiten regular los niveles de glucosa en sangre de manera eficaz, mejorando además el crecimiento de las células beta-pancreáticas, responsables de la producción y liberación de insulina. Aunque estos fármacos se administran principalmente por inyección subcutánea como la insulina, algunos de ellos se pueden administrar una vez a la semana en lugar de diariamente, lo cual representa una gran ventaja para los pacientes diabéticos.
Por otra parte, la semaglutida produce una notable reducción del apetito y un importante efecto de pérdida de peso (puede exceder el 15% durante un año), lo que ha convertido en un enorme éxito comercial al Ozempic, uno de los medicamentos basados en este principio activo. Además, se ha comprobado que este fármaco tiene efectos protectores de accidentes vasculares en adultos con obesidad, siendo ésta una indicación autorizada recientemente por la agencia regulatoria estadounidense (FDA, de Food and Drug Administration). Y el pasado 24 de mayo se publicaron datos de un ensayo clínico que mostraron que Ozempic reduce significativamente el riesgo de fallo renal y muerte en pacientes diabéticos de tipo 2 y con enfermedad renal crónica.
Como muestra de su importancia, la revista Science designó a estos fármacos contra la obesidad como el mayor avance científico de 2023.
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