Fuente: Oficina Regional de la OMS para Europa:
https://www.who.int/publications/i/item/flooding-managing-health-risks-in-the-who-european-region
Entre los documentos que publica periódicamente la Organización Mundial de la Salud (OMS) se encuentra el realizado por la Oficina Regional para Europa “Inundaciones: gestión de Riesgos para la Salud en la Región Europea de la OMS”, cuya finalidad es servir de ayuda para la preparación y aplicación de las respuestas frente a las inundaciones, con el objetivo de reducir sus efectos adversos. Los autores describen los elementos de la gestión de riesgos de emergencias sanitarias por inundaciones prestando atención a las cuatro fases principales: (a) prevención (o mitigación); (b) preparación; (c) respuesta; y (d) recuperación. Este documento incluye además una serie de informes de carácter operativo que acompañan al texto principal
En su planteamiento se tuvo en cuenta que, en la Región de Europa de la OMS, las inundaciones son el peligro natural que provoca emergencias con mayor frecuencia, causando grandes daños y efectos adversos sobre la salud. Así en las dos décadas anteriores a la realización del informe se registraron inundaciones en 49 de los 53 Estados miembros y las estimaciones a partir de la base de datos internacional sobre desastres (EM-DAT) indican que durante el periodo 2000-2014 alrededor de 400 inundaciones causaron la muerte de más de 2.000 personas, afectaron a 8,7 millones más y generaron al menos 72.000 millones de euros en pérdidas. En el documento de la Agencia Europea del Medio Ambiente, publicado el 14 de octubre de 2024 (https://www.eea.europa.eu/en/analysis/indicators/economic-losses-from-climate-related) las pérdidas económicas relacionadas con el tiempo atmosférico y el clima durante el intervalo de tiempo comprendido entre 1980 y 2023 se han estimado en 738 billones de euros y de esta cantidad el 44% corresponde a inundaciones y el 29% a peligros metereológicos. Se ha observado también que estas cifras han ido aumentando a lo largo de los años, con una tasa de incremento anual aproximada del 2,9%
En el informe de la OMS se considera que la magnitud de los costes materiales y humanos de estos sucesos se puede reducir si se implementan medidas adecuadas de prevención, preparación, respuesta y recuperación de emergencias de manera sostenible y oportuna. Los sistemas de salud resilientes y proactivos, es decir, que anticipan las necesidades y los desafíos, tienen más probabilidades de reducir los riesgos y responder eficazmente durante las emergencias. Las experiencias en la Región Europea de la OMS indican la necesidad de desplazar el énfasis de la respuesta ante los desastres hacia la gestión de riesgos a largo plazo.
El desarrollo de planes de acción para la salud en relación con las inundaciones debería ser multisectorial, incluyendo evaluaciones del impacto de las medidas estructurales, de las normativas de edificación específicas en zonas inundables y de las características de las pólizas de seguros. Los hospitales, estaciones de ambulancias, residencias de ancianos, escuelas y guarderías en zonas propensas a inundaciones corren un riesgo especial: la evacuación de pacientes y otros grupos vulnerables puede representar un desafío especial.
En la publicación, los autores proponen el desarrollo de un plan de gestión de riesgos de emergencias sanitarias por inundaciones y describen algunos de los elementos esenciales. Plantean que este plan de gestión tiene que ser flexible pero específico, de modo que pueda ajustarse a nivel nacional, según sea necesario. En los Anexos se proporcionan definiciones de los términos y fuentes, así como una serie de hojas informativas que resumen diversos consejos de salud pública para las autoridades sanitarias, los profesionales sanitarios, las autoridades locales, los gestores de emergencias y los afectados.
En relación con la planificación se tienen en cuenta, para cada una de las fases que caracterizan los ciclos de los desastres, las medidas relacionadas con la gobernanza y la coordinación, la financiación, los sistemas de información y de comunicación de riesgos, la prestación de servicios, las áreas prioritarias, así como las acciones de monitorización y evaluación. El desarrollo de los planes de gestión de riesgos de emergencia sanitaria por inundaciones incluye tareas y acciones para las áreas prioritarias en cada una de las fases, así como la evaluación de los resultados.
Con respecto a los grupos de población más vulnerables incluyen la población infantil, las mujeres embarazadas, las personas con enfermedades crónicas, las que dependen de la atención domiciliaria, las de edad avanzada, las que tienen discapacidades físicas, sensoriales o cognitivas, las personas sin hogar, las poblaciones minoritarias, las personas socialmente aisladas, así como las que están realizando visitas turísticas.
Entre los factores que aumentan la vulnerabilidad se encuentran las limitaciones de la capacidad física y/o la movilidad, la necesidad de medicamentos y acciones terapéuticas relevantes, de atención domiciliaria o de atención regular en un centro sanitario, la poca concienciación sobre los riesgos de inundaciones, la falta de recursos, la falta de acceso a la información, así como permanecer en edificios o lugares con alto riesgo de inundaciones.
Al describir las medidas, tanto estructurales como no estructurales, para evitar o reducir los riesgos de inundaciones, se incluyen intervenciones de ingeniería, así como medidas de índole político y organizativo. Los ejemplos de medidas estructurales incluyen la gestión del uso de la tierra, las defensas contra inundaciones y las estrategias de diseño y arquitectura. Las medidas no estructurales incluyen seguros contra inundaciones, políticas de desarrollo, leyes de zonificación, regulaciones sobre llanuras aluviales, códigos de construcción, protección contra inundaciones, incentivos fiscales, preparación para emergencias, previsión de inundaciones y actuaciones relacionadas con la recuperación tras la inundación.
Ejemplos concretos de medidas estructurales y no estructurales, agrupados por objetivos, son los siguientes:
– Evitar que las inundaciones lleguen a los asentamientos mediante el uso de:
- Planificación del espacio, incluida la gestión de las llanuras aluviales y del uso de la tierra.
- Planificación urbana, por ejemplo, construir carreteras de acceso a niveles altos y hospitales en zonas elevadas.
- Plantar árboles.
- Gestión de la evacuación de las aguas de las inundaciones.
- Espacios de recreo y de servicio con superficies permeables.
- Sistemas de abastecimiento de agua, plantas de tratamiento de aguas residuales y sistemas de saneamiento adecuados.
– Controlar las fuentes de agua y el flujo de agua en los suministros mediante el uso de:
- Tecnología sanitaria a prueba de inundaciones.
- Sistemas de drenaje sostenibles.
- Dragado de cursos de agua.
- Diques y barreras apropiados.
- Políticas y leyes para controlar las fuentes y los cursos de agua.
- Gestión de aguas pluviales: los métodos estructurales incluyen drenajes con filtro, superficies porosas, canales y estanques de retención o equilibrio, así como humedales artificiales.
– Proteger los edificios y la infraestructura en áreas propensas a inundaciones mediante:
- Medidas para evitar sus efectos, por ejemplo, edificar en lugares más elevados, reubicar.
- Medidas de resistencia y resiliencia a inundaciones para propiedades residenciales, por ejemplo, minimizar o prevenir la entrada de agua de inundación y los daños causados por ella mediante distintos procedimientos, entre ellos, la utilización de protectores de puertas y cubiertas instalados manualmente o de puertas exteriores permanentes a prueba de inundaciones, así como sumideros y bombas de drenaje, o planificar trabajos de reparación para sellar los puntos de entrada de agua.
Con respecto a los planes de contingencia para los centros sanitarios se consideran diversas medidas, entre ellas, establecer rápidamente sedes y espacios para la atención y la administración, garantizando los cuidados para prevenir la exacerbación de enfermedades crónicas y haciendo posible que el personal sanitario pueda trabajar adecuadamente y atender a la población, incluyendo los casos urgentes, la población infantil y los grupos más vulnerables. Estas medidas abarcan, entre otras, el suministro de electricidad y de agua potable en los puntos de atención, compartir los registros de pacientes entre los establecimientos de salud, crear una clasificación rápida para pacientes con lesiones menores o enfermedades no agudas, prepararse para cambios en las poblaciones por desplazamientos u otras causas, asegurar el suministro de los medicamentos y del material sanitario que se utilice al prestar la atención a la población afectada, así como posibilitar el traslado rápido a otros centros sanitarios de las personas que lo requieran.
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