Dr. Asier Bengoechea Calafell, Especialista en Neumología en Clínicas ASCIRES
La preocupación por los problemas relacionados con el sueño tiene una de sus primeras manifestaciones en el mundo del arte. El género literario ha sido el que históricamente nos ha proporcionado una primera toma de contacto con las cuestiones derivadas de las alteraciones del ciclo sueño/vigilia. Así, es posible encontrar descripciones de sujetos obesos con alteraciones del sueño repartidas a lo largo de la historia de la literatura: desde algunos manuscritos realizados en la antigua Roma, a obras de la literatura clásica inglesa del siglo XVI, hasta llegar a nuestros días. Pero ha sido por medio de la sensibilidad literaria de Charles Dickens, y a través de una de sus obras más conocidas: “The Posthumous Papers of the Pickwick Club”, donde se describieron de una forma muy detallada los problemas cotidianos derivados de la asociación obesidad-somnolencia diurna.
En esta obra se describía la vida de Joe, un muchacho obeso que destacaba por su tendencia a quedarse dormido en las circunstancias más inverosímiles. A raíz de este relato, el término “Síndrome de Pickwick” se traspasó de la literatura a la ciencia, utilizándose para designar una entidad caracterizada por la coexistencia de las características que definían a dicho personaje: obesidad y somnolencia diurna. Así, en este síndrome, descrito ya desde el punto de vista científico por Burwell en 1956, se agrupan una serie de manifestaciones que definen una compleja entidad clínica variada que se caracteriza por la presencia de obesidad, somnolencia diurna, hipoventilación diurna (hipercapnia), policitemia secundaria e insuficiencia cardíaca congestiva.
Centrándonos en lo puramente científico debemos hablar de la Apnea Obstructiva del Sueño (AOS) como un trastorno cada vez más prevalente, caracterizado por la presencia de pausas respiratorias (apneas) durante el sueño. Las apneas o hipopneas se caracterizan por una oclusión intermitente y repetitiva de la vía aérea superior (VAS), que limita el paso del aire hacia los pulmones durante el sueño. Este colapso de las vías respiratorias puede originar una interrupción completa, con una obstrucción total de la luz de la vía aérea (apnea), o parcial, con una reducción del flujo aéreo (hipopnea).
La AOS se considera una enfermedad muy prevalente. Diferentes estudios epidemiológicos llevados a cabo en EE.UU., Australia, India, China, Corea y Europa muestran una prevalencia del 3 al 7% para la población adulta masculina y del 2 al 5% para las mujeres. Es, por tanto, aproximadamente, 2-3 veces más común en los hombres que en las mujeres. Esta prevalencia aumenta claramente con la edad. Así, estudios llevados a cabo en España evidencian que entre un 4,7 y un 7,8% de la población general mayor de 40 años cumple los criterios de un AOS grave. Con el aumento de la edad de las mujeres y la menopausia, desaparece el factor protector hormonal y las prevalencias se van igualando entre ambos sexos.
Sospecharemos la enfermedad cuando el paciente mencione alguno de los siguientes síntomas:
- Somnolencia diurna.
- Sueño no reparador.
- Cefalea matutina.
- Ahogos nocturnos presenciados.
- Pérdida de capacidad intelectual.
- Micción nocturna frecuente (más de dos veces).
- Sequedad orofaríngea
- Sueño agitado.
La AOS está asociada con el deterioro de la calidad de vida, la presencia de hipertensión arterial, el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares y el aumento de accidentes de tráfico, aceptándose un exceso en las tasas de mortalidad asociadas a la misma.
Una vez sospechada la existencia de AOS la única forma de confirmar o descartar su presencia es hacer un estudio del sueño. Existen 2 pruebas diferentes:
- Polisomnografía: implica dormir una noche en el hospital. Tiene la ventaja que aporta más información, pero obliga a dormir fuera de casa y es posible que este hecho genere lo que se llama «efecto laboratorio»: el sueño es más superficial y menos representativo.
- Poligrafía respiratoria: se realiza con un equipo portátil en el domicilio del paciente. El número de sensores es inferior, por lo que algunas variables no se registran, pero a cambio al dormir en su propio domicilio hay menos efecto laboratorio y es más representativa.
El tratamiento de la AOS tiene como objetivo normalizar la estructura del sueño, así como evitar las desaturaciones, consiguiendo revertir de esta forma los signos y síntomas de la enfermedad y obtener una mayor calidad del sueño. La recomendación general en el tratamiento es disminuir los factores de riesgo que agravan la AOS, y reducir los costes, tanto directos sanitarios como indirectos, incurridos por los propios pacientes que padecen esta enfermedad.
Las principales alternativas de tratamiento son:
- Medidas generales que deben aplicarse siempre a todos los pacientes con SAOS. Las más importantes son pérdida de peso, eliminar la ingesta de alcohol por la noche, dormir en decúbito lateral, y evitar medicación ansiolítica y sedantes.
- Tratamiento médico: CPAP. Es un dispositivo que mantiene las vías aéreas abiertas aplicando una presión positiva continua de tal manera que «empuja» a la vía aérea permitiendo el paso del aire. Puede llegar a solucionar la AOS en un 80% de los casos.
- Dispositivo de avance mandibular: Es una férula doble (una en la arcada superior y otra en la inferior) que adelanta unos milímetros la mandíbula del paciente mientras duerme para facilitar el paso del aire.
- Tratamiento quirúrgico: La cirugía del sueño tiene como objetivo reducir la colapsabilidad de la vía aérea superior durante el sueño.
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