Irene Vaqué Reig; 18/01/2023; TV3
Un estudio publicado en Nature, liderado por la investigadora Mireia Vallés, constata la transmisión de las bacterias del intestino y la boca a través del contacto con otras personas.
“The person-to-person transmission landscape of the gut and oral microbiomes”; Mireia Valles-Colomer, Aitor Blanco-Míguez, Nicola Segata, et al; Nature (January 2023)
Es el estudio más grande y diverso realizado hasta ahora sobre transmisión del microbioma, por el CIBIO, el departamento de Biología Celular, Computacional e Integrativa de la Universidad de Trento.
«Se sabe que el microbioma tiene impacto en la salud, pero nos quedaba sin respuesta cómo nos llegan estos microorganismos», destaca la investigadora principal, Mireia Vallès-Colomer, del equipo liderado por Nicola Segata.
El estudio ha confirmado que la primera transmisión de la microbiota intestinal se produce durante el nacimiento y es muy duradera. La transmisión del microbioma intestinal de madre a hijo es considerable y estable durante la infancia (alrededor del 50% de tasa de cepas compartidas) y sigue siendo detectable en edades más avanzadas.
«En los adultos, hemos visto una transmisión muy importante que se da, sobre todo, cuando estamos en estrecho contacto. Cuando cohabitamos, o compartimos espacio de trabajo y, en general, con las personas con las que interactuamos.» Entre adultos, la composición del microbioma puede ser igual en un 15% y el estudio ha demostrado que el microbioma se transmite entre personas mediante la interacción social. Las personas con las que estamos en contacto suponen una «fuente crucial» de este conjunto de bacterias y hongos, entre otras, que desempeñan un papel importante en la salud. Se ha constatado que los microorganismos presentes en boca y los intestinales se transmiten de forma diferente. Los besos y la saliva hacen que las parejas compartan muchas bacterias (transmisión horizontal, entre iguales, de adulto a adulto), mientras que en las bacterias intestinales «está menos claro cuál es la vía exacta».
El estilo de vida y la alimentación influyen en este campo, «pero hasta ahora no habíamos previsto otras fuentes, como son las personas que tenemos a su alrededor», remarca Mireia Vallès-Colomer.
A pesar de las diferencias masivas en la composición del microbioma en poblaciones definidas vagamente como occidentalizadas o no occidentalizadas sobre la base de características como la dieta, el acceso a instalaciones médicas y medicamentos, y las condiciones de higiene, el estudio encuentra tasas de distribución notablemente similares entre ambas poblaciones. Los resultados también sugieren que la mayor riqueza de microorganismos observada en comunidades no occidentalizadas no es promovida por una mayor transmisión de otros miembros del hogar, sino que es una consecuencia de la interacción con el medio ambiente, así como las dietas y estilos de vida que sustentan la diversidad de microorganismos.
Este estudio integrador de múltiples cohortes sobre la transmisión del microbioma en diversas poblaciones muestra una amplia transmisión de persona a persona que antes se había pasado por alto.
Finalmente, teniendo en cuenta que los microorganismos pueden transmitirse, los investigadores piensan que es posible que tengan algún papel en las enfermedades no ligadas a las infecciones, como las cardiovasculares, la diabetes o el cáncer. «Ahora vemos que sí puede haber transmisión de la enfermedad a través del microbioma». Esto puede acabar comportando un cambio de paradigma en la prevención de estas enfermedades y que se personalicen los tratamientos con probióticos, pensando especialmente en la especie y cepa de bacteria a vigilar.