Begoña Puertos García. Paciente trasplantada de corazón.
Todos somos conscientes de la situación que estamos viviendo, de la existencia de grupos de riesgo y que de forma muy generosa se nos ha inculcado que hay que proteger. Uno de esos grupos son las personas trasplantadas, ya que la preceptiva medicación inmunosupresora para evitar el rechazo reduce la capacidad para combatir infecciones, lo que las convierte en un grupo de población especialmente vulnerable.
Para mí, como trasplantada de corazón, todo empezó a principios de marzo, cuando se suspendió el acto de homenaje al trasplante cardiaco número 900 del Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia, líder nacional y que ha sido reconocido por la Sociedad Española de Cardiología como centro de excelencia en la atención y procesos de gestión del paciente con insuficiencia cardiaca avanzada y el procedimiento de implantación de dispositivos. Dicho homenaje no se pudo realizar, al emitir el Ministerio de Sanidad una serie de recomendaciones para garantizar la disposición de los profesionales sanitarios, que llevaron a la suspensión, por parte de la Consellería de Sanidad, de todo tipo de actos colectivos nacionales e internacionales en los que interviniesen los mismos. Pues bien, ahí empezó la nueva vida para las personas trasplantadas frente al coronavirus, porque al menos yo, volví a llevar conmigo el gel hidroalcohólico, a guardar la distancia de seguridad y con mucha pena dejé de dar besos y abrazos, tal y como se indicaba por las autoridades sanitarias, haciendo hincapié en estas medidas la Organización Nacional de Trasplante (ONT) (tweet de fecha 6.3.20). Nada nuevo para nosotras, porque esas son las medidas que debemos cumplir en nuestro primer año de trasplante. En la segunda semana de marzo, desde Asociación Valenciana de Trasplantados de Corazón y Pulmón (AVATCOR) y en consenso con la Unidad de Insuficiencia Cardiaca y Trasplante del Servicio de Cardiología del Hospital La Fe (UICT), se decidió suspender las visitas de información, acompañamiento y apoyo a las personas en lista de espera de trasplante cardiaco y trasplantadas, uno de los fines de la asociación. Decretado el estado de alarma el 14.3.2020, se nos indicó desde la ONT, la UICT y a través de la asociación, que debíamos extremar las precauciones. Tweet de fecha 14.3.20 UICT en el que se recomendaba a toda la población que permanecieran en su casa, en particular a las personas con insuficiencia cardiaca y trasplantadas.
Durante el estado de alarma y especialmente en abril y mayo la actividad de donación y trasplante, así como las demás actividades asistenciales tuvieron que ser reducidas, exceptuándose la atención a las situaciones de urgencia tanto por la necesidad de asistir prioritariamente a los pacientes COVID como por las dificultades con las que se encontraron, a título de ejemplo, el descenso del número de donantes, entre otras causas, por la necesaria adopción de medidas de prevención por los riesgos de contagio del donante COVID, ya que siguiendo las directrices de la ONT estaba contraindicada la donación, si tras el obligatorio test serológico este era positivo, por ello tal y como lo trasmitía la ONT, en los trasplantes que se realizaron se mantuvieron estrictos criterios de seguridad, revisando regularmente los protocolos de donación y trasplante para garantizar la salud de los receptores (tweet 11.05.20); dificultad en el transporte de órganos, ya que las donaciones son a nivel nacional e incluso internacional y en plena pandemia los viajes fuera de la comunidad se acotaron en gran medida; menor número de camas disponibles, fundamentalmente en la UCI. Es decir, si bien la actividad trasplantadora se tuvo que reducir, la misma no fue nula, poniéndose todos los medios para ser atendidas las situaciones de urgencia (contrastado con la UICT de la Fe)
La UICT de la Fe se encarga, además, del estudio y seguimiento pre y postrasplante. El primero consiste en el estudio del paciente, con la realización de las pruebas para decidir si ingresa en la lista de espera de trasplante cardiaco y una vez ingresado en la misma, realizar un estricto seguimiento de su evolución. En este punto y siguiendo las medidas de prevención preceptivas, se ha realizado un impecable esfuerzo para mantener el mismo adaptándose a las circunstancias, respetando la realización de las pruebas presenciales urgentes y necesarias. El segundo consiste, durante el primer año, en realizar entre seis y ocho biopsias de control, para evitar un posible rechazo. Pues bien, excepto en momentos álgidos de la pandemia, en los que se pudo producir algún aplazamiento en la realización de las mismas, se consiguió cumplir con la agenda marcada en aquellos pacientes en los que la prueba no podía esperar. Es cierto que se tomaron las medidas estrictas para minimizar riesgos de exposición al virus como, pruebas PCR antes del ingreso, acudir sin acompañante, reducción de la estancia hospitalaria, minimizando al máximo cualquier riesgo para la salud (contrastado con la UICT).
Igualmente, las visitas que se realizan transcurrido el primer año del trasplante, no sufrieron limitación alguna, realizándose presencialmente a los pacientes que así lo necesitaban y no presencial, vía telefónica, aquellos cuya analítica no lo hacía preceptivo, ya que acudir al hospital constituía un factor de riesgo de contagio (contrastado con la UICT). Eso sí, con la misma calidad profesional y personal que caracteriza a la UICT del hospital La Fe.
Además he de destacar, que la UICT del hospital La Fe se presta a resolver cualquier duda de forma telefónica en cualquier momento, al poder contactar con el equipo de cardiólogas y cardiólogos que se encargan del seguimiento, los cuales deciden si la misma puede ser resuelta telefónicamente o si es necesario acudir al hospital para una atención presencial, lo que implica una excelente gestión de seguimiento de la persona trasplantada con la consecuente tranquilidad para la misma, ya que se consigue dar respuesta inmediata a las cuestiones que se plantean, facilitando el contacto médico-paciente, objetivo perseguido por La Fe en su proyecto de humanización de la asistencia sanitaria. Pues bien, esto también se ha conseguido durante el estado de alarma, ya que la unidad de Insuficiencia Cardiaca y Trasplante del Servicio de Cardiología del Hospital La Fe seguía a nuestra disposición, y lo puedo afirmar desde mi propia experiencia.
Para concluir, quiero remarcar, que la excelencia de la que puede presumir la UICT del Hospital La Fe se ha corroborado en esta situación de crisis sanitaria, al haber gestionado de forma extraordinaria la actividad trasplantadora en todas sus fases, antes durante y después del trasplante, ya que se ha afrontado todo el proceso atendiendo al principio de equidad que debe regir en el sistema sanitario, al tener que atender a los pacientes de COVID-19, que se convirtió en prioritario por el peligro que corrían sus vidas, y aunque se tuvo que limitar la actividad trasplantadora y asistencial a las situaciones de urgencia, se ha conseguido una atención de calidad, con una correcta ponderación de los intereses en juego, ponderación que favorece la ética del cuidado que caracteriza a todos los servicios médicos y especialmente a los encargados de las personas más vulnerables frente al coronavirus, como es el caso que nos ocupa, el de las personas trasplantadas.
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