Gabriel M Leung. The Lancet, septiembre de 2020.
Se espera la primera vacuna a finales de 2020 o a principios de 2021. Se piensa que la vacunación produzca inmunidad a la población y que disminuya la trasmisión vírica. Para lograrlo se necesitará que al menos el 25 – 50 % de la población alcance esta inmunidad.
No se ha podido estudiar el impacto de las actuales vacunas sobre la infección y la transmisión, pero estudios de infección en primates han demostrado disminución de la patología, de los síntomas y de la carga viral, aunque no de la inmunidad del tracto respiratorio superior. Se conocen datos de reinfecciones y no sabemos todavía si la reinfección conlleva transmisión.
Parece que los anticuerpos neutralizantes protegen contra la reinfección en humanos. En estudios animales experimentales la transferencia pasiva de anticuerpos protege contra el COVIID-19 y los niveles de anticuerpos se correlacionan con los niveles de protección. El papel de la inmunidad de las mucosas, de la citotoxicidad dependiente de anticuerpos y de las células T no es conocido. La prevalencia y duración de los anticuerpos neutralizantes también es desconocida. La protección contra coronavirus estacionales puede durar menos de un año, como ocurre con los camellos con el MERS, o como ocurre con la gripe. La vacuna contra el COVID, incluso, si reduce la gravedad de la enfermedad, puede no disminuir la trasmisión. La «normalidad» post-COVID puede ser distinta.
Estrategia de distribución de la vacunación: se propone inicialmente a profesionales sanitarios, después a sujetos a riesgo y a trabajadores esenciales (bomberos, profesores, etc.).
Las vacunas contra la gripe son menos eficaces en ancianos que en jóvenes en parte debido a lo que se denomina la «senescencia inmunológica». Con el COVID puede ocurrir lo mismo. Con la gripe ocurre lo que se denomina el “pecado original inmunológico”: la inmunidad se produce tras varias infecciones o vacunas contra cepas antigénicamente cercanas, pero esto parece que no ocurre con los coronavirus. A pesar de todo, las vacunas contra el COVID-19 serán necesarias incluso si tienen un impacto mínimo en la transmisión. Es posible que la protección de los jóvenes sirva para proteger de forma indirecta a los sujetos de alto riesgo.
Se previene de políticos irresponsables y de sectores negacionistas. Se precisa una distribución internacional de la vacuna si se pretende retornar al tráfico previo a la pandemia porque ningún país estará libre de la misma mientras no estén todos libres.
Si las vacunas contra el COVID-19 tienen un efecto aceptable reduciendo la morbilidad y la mortalidad en grupos de alto riesgo tendrán un papel muy importante con independencia de su incidencia en la transmisión y en la inmunidad de la población.
De cualquier manera, es muy importante informar a nuestros dirigentes y al público en general que la primera generación de vacunas es solo una herramienta en el conjunto de una serie de medidas de salud pública contra el COVID19 y es muy improbable que eso constituya la solución definitiva que muchos esperan.
Fuente: https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(20)31976-0/fulltext
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