M.I. González-Anglada, C. Garmendia-Fernández, P. Sanmartin-Fenollerac, J. Martín-Fernández, F. García-Pérez y A.I. Huelmos-Rodrigo
Journal of Healthcare Quality Research;
Volume 37, Issue 1, 2022, Pages 12-19
Se realizó un estudio observacional cuantitativo y cualitativo a los residentes del Hospital Universitario Fundación Alcorcón que trabajaron desde el 2 de marzo al 31 de mayo de 2020. Se remitió un cuestionario electrónico anónimo que recogió datos demográficos, trabajo con pacientes COVID-19, suspensión del programa formativo, carga laboral, temor al contagio y síntomas de infección. Respondieron a la encuesta 59 residentes, con edad media de 28,7 años; 66,7% eran mujeres.
La distribución por año de residencia fue: 11,9% R1, 22% R2, 30,5% R3, 20,3% R4 y 15,3% R5.Todas las especialidades el hospital estuvieron representadas excepto cuatro. El 57,6% pertenecía a especialidades médicas.El 91,5% de los residentes trabajó con pacientes COVID19 en urgencias (75,9%), hospitalización (48,1%), cuidados críticos (16,7%) y servicios centrales, centros de salud, hospital de campaña montado en recinto ferial y algunos simultanearon varios lugares. El 81,4% dejó la rotación que realizaba y el 71,2% trabajó en la propia Unidad Docente.
Resultados
La carga de trabajo fue mayor de la habitual en el 76% y menor en el 11,9%. El 80,7% trabajó más de 40 horas semanales. Un 56% hizo más guardias que habitualmente.El nivel de preocupación por contagiarse fue alto en 28,8% y bajo en 27,1%. Un 37,3% presentó síntomas COVID19.
El impacto de la pandemia en el aprendizaje fue importante para el 94,8%.
Los residentes percibieron una ganancia significativa (bastante o mucho) en la competencia Trabajo en equipo, el 93,2%, en Profesionalismo 86,2%, en Ética 79,7%, en Comunicación con pacientes 78%, en Autoaprendizaje 72,8%, en Cuidados del paciente 69,5%, en Gestión de recursos 64,4%, en Gestión de la información 66,1%, en Educador 62,7%, en Seguridad del paciente 44,1%, en Habilidades técnicas 40,6% y en Investigación 30,5%.
El análisis univariable no mostró diferencias de ganancia en residentes de primer y segundo año frente a los superiores. Ajustada por edad y sexo, las especialidades quirúrgicas se asociaron con una disminución media de 0,36, mientras que los servicios centrales se asociaron una ganancia de 0,72.
Al preguntarles por la competencia más reforzada, los residentes señalaron primero Trabajo en equipo (44%), después Profesionalismo (15,3%), Ética (11,9%) y Comunicación (11,9%). Las de mayor déficit formativo fueron: Habilidades técnicas (18,6%), Seguridad del paciente (13,6%),
El balance final del aprendizaje fue positivo para el 54,4%.
Los residentes percibieron como aspectos positivos en su aprendizaje el trabajo en equipo, el apoyo recibido por otros compañeros, mayor autonomía, independencia y seguridad, la capacidad para priorizar cuidados, adaptarse al cambio, apreciar los valores importantes, tomar decisiones rápidas,
mantener la calma y el aprendizaje de un nuevo síndrome.
Consideraron aspectos negativos: la interrupción de las rotaciones, la disminución de cirugías y consultas, la incertidumbre, la carga de trabajo y número de guardias, la escasez de recursos, los conflictos éticos, la ansiedad, la preocupación por la familia y el asumir mayor responsabilidad de la correspondiente. El 67,8% de los residentes se sintió superado alguna vez por: carga asistencial y emocional, pacientes muy graves, impotencia por falta de tratamientos eficaces, dar malas noticias telefónicamente, miedo al contagio, la situación de familias que no podían acompañar al paciente en el final de la vida y la imposibilidad de acudir por estar enfermos.
Conclusión
La Formación Sanitaria Especializada ha sufrido un importante impacto durante la pandemia COVID-19. El aprendizaje de los residentes se desarrolló en un entorno difícil con elevada carga de trabajo y gran impacto emocional. Los residentes han puesto en juego sus valores, vivido dilemas éticos, convivido con la incertidumbre y experimentado numerosas emociones y limitaciones, pero han ganado autonomía y resiliencia. Pese a todo, el balance ha sido positivo.
Para mantener la calidad de nuestra Formación Sanitaria Especializada es necesario reevaluar el cumplimiento de los programas formativos y establecer medidas para garantizar la adquisición de las competencias técnicas deficitarias, así como la recuperación del bienestar psicológico tras la pandemia.