Javier Benitez. Presidente Fundación QUAES
(jbenitezo@fundacionquaes.org)
Marzo del 2020 marcó un punto de inflexión en todo el mundo. La primera onda de la pandemia del coronavirus Sars-Cov-2 se instaló en nuestras ciudades, barrios, viviendas y vidas, de una forma desconocida para nosotros, no habíamos vivido anteriormente nada semejante. La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaraba, con indudable retraso la pandemia COVID el día 11 del citado mes. El confinamiento y aislamiento fueron las primeras medidas siguiendo la dinámica de muchos países europeos. Después vinieron las mascarillas, al principio de forma voluntaria y después obligatoriamente. Las distancias sociales a continuación; para comprar una barra de pan era necesario ponerse en una cola que ocupaba una calle entera, porque teníamos que estar a dos metros uno de otro. Los contagios múltiples y los primeros fallecidos nos indicaban que ésta no era una pandemia como otras epidemias también de coronavirus acaecidas pocos años antes. Un total de 29.000 fallecidos según los datos oficiales y 48.000 dos años después, según datos proporcionados por la OMS tras un reanálisis del exceso de fallecidos indicaban la gravedad de la situación. Los test diagnósticos no estaban al alcance de todo el mundo y las ya conocidas PCR empezaban a salir al mercado. Tampoco se disponía de tratamientos preventivos o curativos y se trabajaba utilizando fármacos de otras enfermedades. El célebre ensayo error de la ciencia, se trasladaba en esta ocasión a la clínica. Desgraciadamente, en España esta primera onda dejó un balance de fallecidos más elevado que los demás países, algo que no sucedería en las ondas posteriores. Todo ello debido a un retraso en la toma de medidas preventivas con posterioridad al 8 de marzo.
Pero la onda epidémica pasó, y nos enfrentamos al verano del 2020 con muchas ganas de salir a la playa o a la montaña, de comer y cenar con nuestros amigos y de disfrutar de lo que pensábamos era el final de la pandemia. Era mediados de junio, cuando la desescalada estaba en su apogeo y el número de contagios era menor de 10 en 100.000 habitantes, algo que hasta el momento no se ha vuelto a repetir. Y disfrutamos del verano con nuestras playas parceladas y con mascarillas para evitar los contagios, pero estaba claro que el coronavirus seguía con nosotros y ya desde julio se empezó a percibir una ligera subida de los contagios que marcaría lo que iba a ser la onda epidémica siguiente. Esta segunda onda que nos llegó cuando estábamos algo más preparados, con test diagnósticos no solo de anticuerpos sino también con PCRs, mucho más fiables, y que se extendieron rápidamente a hospitales, aeropuertos, estaciones y centros diagnósticos entre otros. El número de contagios fue seis veces superior a los de la primera ola, pero los fallecidos fueron muchos menos, 18.000 según las cifras oficiales y 33.000 según la OMS. Posiblemente el no confinamiento y la relajación de las medidas de prevención, jugaron su baza en ese incremento de contagiados. Pero, por otra parte, los hospitales estaban más preparados y los clínicos conocían algo más de los síntomas y evolución de la enfermedad, la COVID-19, algo que explica en parte el descenso de fallecidos. En octubre se decreta el estado de alarma hasta mayo de 2021, lo que incluye un toque de queda de 11 pm a 6 am, cierre de restaurantes o limitación drástica del aforo, y prohibición de grupos de más de seis personas. El otoño trajo también dos conocimientos claves, la transmisión del virus por aerosoles, y la necesidad de espacios ventilados para evitar los contagios.
Esas y otras medidas a nivel comunitario intentaban frenar una ola para que pudieran llegar las primeras vacunas al mundo, o mejor dicho al “primer mundo”. La vacuna llegaba a meses del descubrimiento del agente etiológico, algo inédito en la historia de la vacunología. Pfizer, Moderna y Astrazéneca serán las tres primeras vacunas aprobadas en nuestro país, lo que supondrá un nuevo cambio en la evolución de la pandemia. Las dos primeras con una estrategia nueva, una fracción de la información genética del virus SARS-CoV-2, en forma de RNAm , era capaz de inducir la producción de parte de la proteína S en nuestro organismo, que a su vez reaccionaba con la correspondiente respuesta inmunitaria humoral y celular. La eficacia del 95%, según las Farmacéuticas, también impresionaba. La tercera respondía también a algo inédito, la información genética de la proteína de SARS-CoV-2 se incorporaba a un adenovirus catarral, induciendo igualmente la producción de la proteína S en el organismo humano, para que las células fabriquen anticuerpos contra el virus. Estas tenían una eficacia menor pero su conservación a 4º en nevera es una enorme ventaja frente a Pfizer que necesita ser almacenada a -80º y Moderna a -20º.
Finales de Diciembre va a ser el paso entre el optimismo por el descenso de los contagios, y el pesimismo en enero al observarse ya una tercera onda epidémica que se venía anunciando por el efecto de las Navidades. La tercera va a durar hasta finales de marzo 2021 y se va a caracterizar por el alto número de contagios, 1.5 millones, y 25.000 fallecidos. Y es a partir de enero cuando las vacunas entran en juego, primero vacunando a la población mayor, a los dependientes, y personas en riesgo por sus propias patologías, pero después se aplicarán a la población general, de mayor a menor edad y con una rapidez que nos coloca en poco tiempo a la cabeza de los países europeos en vacunación. A finales de febrero hay 1.5 millones de españoles vacunados y todo parece ir sobre ruedas hasta que las Farmacéuticas dejan de suministrar y de cumplir sus acuerdos. Fueron semanas duras, el problema se solventó finalmente, pero en ese intervalo habíamos entrado ya en la cuarta onda epidémica.
Se inicia la cuarta a mediados de marzo para finalizar a mediados de junio 2021. Alrededor de medio millón de contagiados y 8.000 muertos, una cifra baja gracias a la notable reducción de fallecidos mayores de 65 años por las vacunas. También empiezan a salir al mercado tratamientos novedosos y eficaces contra la COVID gracias a los múltiples ensayos clínicos que vienen desarrollándose en el mundo. Los fármacos no evitan el contagio, pero pueden prevenir la gravedad de la enfermedad e incluso evitar fallecimientos.
La vacunación está ya centrada en los mayores de 55 años y además aparece una nueva vacuna en el mercado, Janssen, que servirá de refuerzo al resto de las vacunas. El dato negativo está en los contagios de gente cada vez más joven que hace que el gobierno se plantee una vacunación más universal incluyendo a los mayores de 20 años. En mayo finaliza el segundo estado de alarma, y esto, unido al éxito de las vacunas y la llegada del verano hace que tanto el gobierno con la eliminación de restricciones, como la población ya vacunada se sientan relativamente libres para vivir de otra forma, lo que no se ha vivido durante muchos meses.
La quinta onda aterriza como todas, desde Julio hasta octubre, y esta vez llega acompañada de una nueva variante más contagiosa que las anteriores, aunque aparentemente más benigna, 1.2 millones de contagiados y casi 7000 fallecidos. La variante tiene un nombre recién puesto por la OMS, la variante delta, una variante con mutaciones en la región S del virus, que posiblemente ha sido seleccionadas como consecuencia de las vacunas. El virus necesita defenderse y para ello están las mutaciones de su genoma que les ayuda a sortear parcialmente a los anticuerpos que genera la célula contra ellos. La denominación con letras del alfabeto griego se aplica para evitar que el virus lleve el nombre del lugar donde ha surgido, en este caso el Reino Unido. Un virus que desplazó rápidamente a las variantes anteriores y se distribuyó por Europa con rapidez. Estos cambios del genoma muestran dos hechos. El primero es que las vacunas no son la panacea, hacen falta dosis de refuerzo. Y lo segundo es que los jóvenes y los niños no están ya a salvo de los contagios. Las nuevas variantes no son tan “benignas” como se pensaba, son evolutivamente más adaptadas y con capacidad de infectar a todo tipo de personal, mayores, menores, vacunados y no vacunados.
Ómicron es la última variante conocida, aunque de ella ya han surgido 5 subvariantes, alguna como la BA.2 en estrecha observación en Nueva York por la rápida expansión que presenta. Ómicron surgió en Sudáfrica en octubre y desde entonces ha recorrido todo el mundo convirtiéndose en una amenaza mayor o menor dependiendo del país. En España y desde mediados de octubre, fecha de inicio de la sexta onda se han producido posiblemente más de 10 millones de contagios y más de 20.000 fallecidos, hasta la actualidad mayo 2022. Ómicron ha desplazado al resto de las variantes, tiene una capacidad de contagio extraordinaria porque evade la respuesta inmune de nuestras células, y afortunadamente no tiene la tasa de fallecimientos que se podría esperar, aunque tampoco se le puede considerar una variante benigna ya que los enfermos hospitalizados por Ómicron tienen la misma tasa de fallecimientos que en la primera onda. Además, es la responsable de la mayoría de los contagios en menores de 5 años, y en Estados Unidos diferentes estudios han mostrado que la mayoría de los menores de 5 años han estado o están contagiados por el virus.
A fecha de hoy, esta es la situación, pero nuestro gobierno ha tomado una serie de medidas encaminadas a normalizar en lo posible la vida cotidiana y la vida de las empresas que tanto han sufrido y padecido a lo largo de estos dos años en los que a través de Retos COVID, hemos tratado de ir contando semanalmente con rigor científico cómo esas seis ondas epidémicas han afectado a nuestras vidas, tanto en lo personal como en lo profesional. En estos dos años han sucedido muchas más cosas, que también semanalmente hemos ido describiendo; sin duda irán sucediendo más acontecimientos, aunque a un ritmo menor. Por ello, en este Foro creemos que ha llegado el momento de ampliar la periodicidad de nuestros encuentros, en lugar de hacerlos semanalmente lo haremos dentro de un nuevo contexto que hemos denominado “Retos en Biomedicina” y donde cada semana expondremos un artículo de opinión, pero sobre los nuevos avances, desafíos, tratamientos y desarrollos en distintas áreas biomédicas. Naturalmente, la COVID-19 seguirá estando entre nuestras prioridades.