Relevancia de las formas y estructuras de los componentes de los seres vivos en el código genético

9 noviembre, 2021

Jorge Sanmartín

Estudiante de ingeniería biomédica en Univ. Politécnica de Valencia

Asociación PHLL (People Health Living Lab)

El 5 de octubre de 2021 tuvo lugar un nuevo encuentro del Ateneo Félix Prieto, con el título “El código genético en el punto de mira” y como bibliografía de referencia el libro “El código de la vida”, escrito por Walter Isaacson. Una biografía sobre Jennifer Doudna, científica que en 2020 fue galardonada con el Premio Nobel de Química ​«por el desarrollo de un método para edición genética». Este premio lo comparte con Emmanuelle Charpentier.

En mi caso, dentro de este libro tan extenso y lleno de información, decidí sumergirme en la temática de las formas y estructuras de las moléculas y complejos de los seres vivos. Ya, desde las primeras páginas del libro el autor le otorga una gran importancia a dicha realidad. Por ejemplo, cuando relata cómo los científicos Watson y Crick sospechaban que conociendo la estructura de la molécula de ADN podrían identificar cómo es capaz de relacionarse con el entorno, para dar lugar al proceso que supone el desarrollo de la vida y la supervivencia de todos los seres vivos. Ambos científicos estaban en lo cierto. Gracias al descubrimiento de la composición de las diferentes partes del ADN y la disposición de ellas en el espacio, se inició un conjunto importante de avances en el mundo de la genética y del conocimiento del funcionamiento general del ser humano en su totalidad.

Teniendo como referencia la importancia del descubrimiento de la estructura del ADN Javier Benítez nos confirmó que la biología estructural es una modalidad que en la actualidad está cobrando una gran importancia. De no ser por los biólogos estructurales y sus técnicas como la cristalografía por rayos X, no conoceríamos la estructura del ADN y, consecuentemente, no se habrían dado todos los avances en la medicina genética que conocemos en la actualidad. Miles y miles de personas afligidas por algunos tipos de enfermedades, no podrían encontrar tratamiento alguno a sus patologías y tendrían una calidad de vida mucho menor que la que pueden tener actualmente.

Conociendo ahora la importancia de formas y estructuras de las moléculas de nuestro organismo, nos puede surgir una nueva duda concerniente a un tema universalmente extendido en estos días de pandemia: el funcionamiento de las vacunas. Tanto las vacunas de Pfizer BioNTech como las de Moderna emplean un tipo de molécula específica y esencial para que se dé la vida: el ARN mensajero (ARNm). Pero ¿qué es lo que hace que esta molécula pueda dar inmunidad a nuestro cuerpo? ¿Es debido a su forma que puede hacer lo que hace? ¿A caso altera nuestro ADN?

La pregunta suscitó un debate al finalizar el encuentro, y esta es la respuesta que nos aportan los científicos: “La forma en la que actúa este ARN es que se introduce en nuestras células y les da instrucciones para producir una proteína perteneciente al coronavirus (proteína S o espícula). Al identificarla nuestro sistema inmune, éste genera defensas contra ella, dándonos inmunidad contra el SARS-CoV-2. Ahora bien, para crear este ARNm, los investigadores han tenido que saber qué estructura darle (qué sucesión de bases otorgarle) para que pueda desarrollar esta función específica. De no ser por la biología estructural, esto parecería algo completamente fuera de los límites de la posibilidad humana, y sin embargo ocurre lo contrario, se ha convertido en un proceso de lo más normal.”

Genome Editing with CRISPR-Cas9

https://youtu.be/2pp17E4E-O8

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