Nos sorprendió Félix Prieto cuando propuso que leyéramos el libro de Dominique Lapierre Más grande que el amor, un libro editado en castellano en el 2001. Algunos de nosotros lo encontramos al precio de dos euros en librerías de viejo. Pero la sorpresa fue mayor cuando devoramos el relato pormenorizado del comienzo de la pandemia del SIDA, en los años 80.
En un fragmento de la sinopsis, redactada por Planeta, se dice: “Más grandes que el amor relata el incesante combate de todos aquellos —médicos, investigadores, sanitarios, víctimas— que se muestran cada día aún más grandes que el amor en la realización de su vocación o en la aceptación de sus sufrimientos; la historia de docenas de héroes de nuestro tiempo, conocidos o anónimos y del fantástico desafío lanzado a los médicos y a los investigadores de este final de milenio”. Palabras que podemos volver a encontrar hoy en la solapa de cualquier texto que se publique sobre la COVID-19.
La quedada del 13 de junio, a la hora del té, la dictó Félix, a un tiempo investigador científico y clínico. Subrayamos que entre otras cosas colaboró en la localización de varios genes responsables del retraso mental ligado al cromosoma X con el grupo de Genética del hospital La Fe. Estos hallazgos permitieron al equipo que él lideraba obtener en 1990 el Premio ‘Reina Sofía’ para la prevención de la discapacidad intelectual, por sus trabajos en la detección temprana de esta patología.
Sus palabras en la tertulia, sobre hechos que él pudo evaluar desde una posición privilegiada, nos animaban a aceptar la complejidad de cualquier pandemia, subrayando la necesidad de una posición desprendida de intereses económicos y de afán por el protagonismo en los escenarios de la investigación; de serenidad y dedicación respetuosa con la dignidad de las personas por parte de los profesionales sanitarios; de generosidad por quienes viven las situaciones dramáticas en primera línea… Y de compromiso explícito e inteligente de las personas que, como pacientes o familiares, como ciudadanos en cualquier posición social, deben manifestar cada día con su salud y con la salud colectiva.
Concluyó su intervención con estas palabras: “No olvidemos que el SIDA, en aquellos momentos, incorporó a la cultura sanitaria la historia de docenas de héroes, conocidos o anónimos, y del fantástico desafío lanzado a los médicos e investigadores de nuestra era. De esta historia tenemos que aprender para componer nuestras vidas en el futuro”. El mensaje de Dominique Lapierre se resume con sus palabras a comienzos de los 90, al sobrellevar un cáncer: «La voluntad de sobrevivir que vi en todos los enfermos de sida me dio fuerza”.
Esta sesión del Ateneo tuvo lugar el 13 de junio de 2019.
Dejar Comentario