Ignorancia y envejecimiento

7 noviembre, 2022

Francesc Joan Santonja

Coordinador del People Health Living Lab

“¿He entrado en la vejez? ¿Cómo se entra?

¿Por qué la mayor parte del tiempo no queremos saberlo?

¿Qué señales nos indican que hemos superado una barrera?”

Laure Adler, “La viajera de noche”

Ignorar es no querer saber. Envejecer es perder capacidad de respuesta a las exigencias de la vida, cada día, en cada instante. La ignorancia es, probablemente, una conducta gratuita, que condiciona de modo decisivo la calidad de ese proceso al que llamamos envejecimiento.

En los últimos meses, hemos participado en diferentes jornadas de aproximación al conocimiento de las condiciones que identifican nuestro proceder vital, a partir de la fecha en la que comenzamos a envejecer, cada uno a la suya.

Una primera sesión en el mes de mayo del Ateneo Félix Prieto, con el doctor José Todolí Parra, jefe de sección de inmunopatología del servicio interno Hospital La Fe de València, en la que hablamos del envejecimiento desde la perspectiva filosófica y la perspectiva biomédica.

En los meses siguientes, la Fundación QUAES y la Fundación FISABIO convocaron tres jornadas con el objetivo de identificar las condiciones del envejecimiento saludable, desde la investigación científica, la clínica y la labor social.

¿Ignoramos por qué no queremos conocer cómo gestionar ese proceso al que llamamos envejecimiento, al que podemos atender desde los 30 años en adelante, con particular atención a partir de los 50?

Nos ocupa el deterioro manifiesto de atención al conocimiento, en todas sus variables, pero de modo singular en el ámbito del conocimiento científico. El filósofo Manuel Cruz lo resume de este modo: “Ante el eclipse de la razón al que estamos asistiendo, inmersos como nos encontramos en una deriva de incertidumbre global, se torna necesario hallar instrumentos de pensamiento que nos sean útiles para formarnos una opinión crítica y matizada que nos permita tomar las decisiones con las que, entre todos, construimos el espacio compartido.”

Andrés Moya, científico y director de la Cátedra Fisabio-Universitat de València, en su libro “Ciencia en pequeñas dosis”, insiste en la consideración del conocimiento científico como un derecho fundamental del ser humano, como recurso ineludible de la gestión de la incertidumbre y la complejidad: “Hemos de educarnos a vivir en la incertidumbre: sentirse seguros es muy importante”

Por su parte Javier Benítez, científico y presidente de la Fundación QUAES insistió en la consideración de que la persona es responsable de su salud, en particular en el proceso de gestión del envejecimiento, un proceso fisiológico que nos afecta a todos: “Y ya que es inexorable, envejezcamos lo mejor posible para gozar de una longevidad saludable”

De lo hablado en las cuatro jornadas mencionadas, nos quedan propuestas que asumir y preguntas que resolver, dado que cuidarse es una responsabilidad individual, es con el adecuado interés por el conocimiento, el de un mismo y el que le proporciona la tutela científica y clínica, cómo podemos hacer compatible la atención a los quebrantos de todo tipo y el goce de la existencia.

Subrayamos las propuestas que nos parecen más interesantes:

  • Ejercicio, nutrición, suplementos dietéticos y control del estrés, destacados pilares del envejecimiento saludable.
  • El envejecimiento nos exige una tarea de prevención atenta a las pérdidas de autonomía funcional, que debiera ser tenida en cuenta en el ámbito clínico:
    • La función es el biomarcador fundamental del envejecimiento
    • El deterioro funcional es la consecuencia de un colapso biológico
    • Importan las reservas funcionales en cada uno de los órganos y sistemas
    • La enfermedad cada vez pinta menos y la funcionalidad pinta más
    • Supone un manejo del paciente totalmente distinto, y un tratamiento geriátrico específico
    • Los indicadores de la funcionalidad tienen que ser razones de la prescripción.
  • Relevancia de la alimentación personalizada, no sólo relativa a los ingredientes
  • Relevancia del estilo de vida, con la conciencia de que la longevidad es la consecuencia de múltiples factores
  • Gestionar la ansiedad y el miedo a posibles futuros nada agradables: tenemos que educarnos
  • Implicación de la persona mayor en los eventos sociales

Las cuestiones que quedan pendientes:

  • La regulación equilibrada de la relación de la genética con la que nacemos y el aprovechamiento de factores ambientales que activen la incidencia de la epigenética en el proceso de envejecimiento
  • La consideración del proceso de la metilación del ADN como biomarcador de envejecimiento
  • Necesidad de un cambio de paradigma: cómo los médicos afrontan el deterioro funcional en las personas mayores.

Una última consideración enunciada en la última jornada: la sociedad debe asimilar que las personas mayores pueden superar con más fuerza cualquier evento negativo y se manejan con un control emocional que no se suele tener en otras etapas de la vida.

Ignorancia y envejecimiento - Fundación Quaes

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