Dos años desde el primer confinamiento

16 marzo, 2022

Dr. Javier Benítez,
Presidente Fundación QUAES, Valencia

El lunes 15 de marzo se cumplieron dos años desde que el confinamiento llegó a nuestras vidas y cada persona y familia se las ingenió para pasar las 24 horas del día en su casa durante más de tres meses. Cada uno tendrá el recuerdo de ese día y posiblemente de lo que hizo el día anterior sabiendo lo que le esperaba en cuestión de pocas horas, un recuerdo que le acompañará para siempre y que saldrá en cada conversación relacionada con ese tema. Nadie pensó que la ciudad podría paralizarse y vaciarse de un día para otro, pero así fue.

Pocos días antes la OMS había declarado que la COVID-19 era una pandemia global que en esos momentos se había expandido “oficialmente” a través de 114 países, y que se había cobrado cerca de 5000 muertos. Estas cifras, han sido durante estos dos años que han pasado objeto de discusión, ya que inicialmente sólo se contabilizaron los fallecidos en los hospitales (y no en las residencias de ancianos o en las casas), y posteriormente solo los que habían tenido una PCR diagnóstica positiva. De esta manera hemos llegado al momento actual, con más de 450 millones de contagios y 6 millones de fallecidos en todo el mundo, y en nuestro país 100.000 fallecidos oficialmente, unos números que se venían anunciando en diferentes publicaciones científicas como infravalorados, dado que el total de fallecidos que se contabilizaban en los diferentes países que se analizaban, superaban con creces a los fallecimientos ocurridos en periodos de tiempo similares del año 2019 y de años anteriores. Es decir, había un exceso de muertes muy elevado, más alto de los esperado, y eso solo se podía achacar a la COVID.

La prestigiosa revista The Lancet, ha venido a dar la razón a los datos “no oficiales “. En una publicación del 10 de marzo realizada por The Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME) de la Universidad de Washington. El estudio presenta los resultados de un amplísimo meta análisis en 191 países analizando el excedente de muertes en cada país. Y las cifras indican que a nivel mundial habría habido el triple de muertos, más de 18 millones, en lugar de los 6 dados oficialmente, con importantes diferencias entre países y continentes, especialmente el africano. Por ejemplo, el África subsahariana habría tenido 15 veces más de lo que se contabilizan. A nivel nacional España habría tenido 162.000 muertos, un 62% más de lo que nos ha estado anunciando nuestra administración, con variaciones también entre Comunidades, así Canarias y Baleares habrían tenido el triple de fallecidos que el que ofrece el dato oficial.

¿Por qué nuestras administraciones han tratado de ocultar esta realidad que estaba en boca de científicos y epidemiólogos? Es obvio que no se trataba de ser alarmista sin conocer los datos reales, pero el Ministerio de Sanidad a través del Instituto de Salud Carlos III, debía tener conciencia de esa realidad, ya que cuenta con un Centro Nacional de Epidemiología que tiene acceso a todas las revistas científicas donde se han venido publicando los datos relacionados con ese exceso de muertes en otros países. El año pasado se llegó a comparar por algún medio de comunicación el número de fallecidos por la Covid con los fallecidos anualmente por la gripe, para indicar que la COVID-19 no era tan grave como se decía y que la mayoría de los contagiados tenían una sintomatología moderada o leve. Qué equivocación no haber insistido más a la población en que los datos sobre fallecidos por la Covid deberían ser mayores y así favorecer la aceptación de las medidas preventivas y de la vacunación que iba marcando el gobierno nacional y comunitario. La realidad es que con estos nuevos números y teniendo en cuenta que en España ha habido 11 millones de contagiados, hemos pasado de tener una tasa del 0.9% de fallecidos entre los contagiados, a un 1.45%.

Y ahora estamos saliendo de la sexta ola producida por una variante altamente contagiosa pero poco severa desde el punto de vista clínico, la variante ómicron. Esto nos está conduciendo a volver a una “casi normalidad” en nuestra vida cotidiana, algo que todos esperábamos y que necesitábamos. De hecho, Madrid y otras comunidades quieren erradicar ya las mascarillas en el interior de los locales salvo en determinadas circunstancias y situaciones, y el gobierno baraja anunciarlo a finales de mes para todo el país. Lógicamente la nueva cifra de fallecidos no va a hacer cambiar de opinión a la administración, pero ésta debería extremar las precauciones y seguir haciendo un seguimiento intenso, teniendo en cuenta que dentro de un mes vamos a tener la Semana Santa con sus días festivos en todas las comunidades de España, y que las medidas de protección individuales no van a estar presentes ya en nuestras vidas.

Por otro lado, sigue habiendo menos de un 10% de vacunados en la mayoría de los países en desarrollo, especialmente en África, y en cualquier momento puede volver a surgir una nueva variante en esos países donde el virus sigue circulando y replicándose, que sea más agresiva que las cepas anteriores, o con mayor capacidad de contagio, o de evitar a los anticuerpos que hemos generado bien por infección o por vacunación. En este sentido hay una nueva cepa que es el resultado de la recombinación entre la variante delta y la ómicron que debería ser seguida con todo el rigor posible. La variante BA.2 surgió en China, y que como ómicron tiene una gran capacidad de contagio. Alrededor de 40 países han comunicado su existencia y en Dinamarca representa ya el 35% de los contagiados, por ello su seguimiento es obligatorio ya que no se conoce todavía su verdadero potencial.

Finalmente, no podemos imaginar las consecuencias que pueden conllevar el conflicto de Ucrania y Rusia. Las medidas de control de la infección han desaparecido por completo en la primera de ellas, y nos encontramos con una población, Ucrania, que solo tiene un 35% de vacunados y que la guerra está obligando a desplazar a su población hacia otros países. Más de 3 millones de habitantes (expectativas de 4-5) lo han hecho ya, con la posibilidad de expandir en buena medida el virus o de que surja un nuevo brote en la propia Ucrania. De hecho, en la web del John Hopkins University, la web donde se registran los casos mundiales de COVID-19, Ucrania está estancada en 112.000 fallecidos desde hace un mes, cuando se inició la guerra, y esto quiere decir simplemente que no hay datos actualizados. Rusia con un 50% de la población vacunada está en una situación parecida, aunque un poco mejor ya que en este caso es el ejército el que se desplaza masivamente sin ningún control sanitario, pero el número de desplazados es bastante menor.

De esta manera y aunque en España estamos asistiendo a un descenso de la incidencia, hay que ser cautos y no olvidar la situación global ni que ese descenso se ha ralentizado en los últimos días. Seguimos estancados en una incidencia acumulada de casos entre los 400-450 contagios/100.000 habitantes, y lo mismo ocurre en muchos países de Europa. Una séptima ola sería muy difícil de asimilar por una población ya cansada a la que se le ha dicho que Ómicron podría representar el final de la pandemia.

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