Amós José García Roja
Presidente de la Sociedad Española de Vacunología
Desde hace varios meses llevo repitiendo machaconamente estas tres palabras, y es que creo que son muy escenificadoras de lo que deben ser los mensajes en el contexto de la pandemia. Calma, porque no estamos ante el fin del mundo, esto se va a solucionar, Paciencia. Porque esta situación requiere tiempo para que culmine + Prudencia, ya que está es una de las actividades claves contra el problema, tanto por parte de la ciudadanía, como de las administraciones sanitarias.
El eurocentrismo ramplante., el pensar que con el nivel de desarrollo que teníamos en Europa, era difícil la explosión de una enfermedad transmisble, el creer que estábamos ante un problema que no traspasaría las fronteras de China, fueron circunstancias que dificultaron el que se atisbara la importancia del problema. Además, la información suministrada por China no era, digamos, muy fiable. Según la misma, parecía que estabamos ante una gripe. Pero de repente, confinan la región de Wuhan. Y nos empezamos a preocupar, Y era tarde, e Italía comenzaba a sentir en carne propia el drama.
De repente, y todavía con muchas incertidumbres, nos comunican que hay un primer positivo en nuestro país, un turista alemán, que aparece, no en Madrid o en Barcelona, sino en la isla de La Gomera. Un cierto sudor frio, y a ponerse a trabajar. Poca experiencia en el abordaje de estos casos, pero un rigor profesional exquisito por parte de todos, que posibilitó controlar el problema.
Y conforme se ve que el drama avanza, se toma una decisión drástica: El confinamiento.
Tras los duros meses del mismo, comenzó lo que se llamó desescalada y llegada a una nueva normalidad. Y quizás, se llegó con demasiada alegría a ese status. Algunas Comunidades, sin cumplir los indicadores establecidos para pasar de fase, presionaron lo indecible para conseguirlo. Y los territorios que lo cumplían, se lanzaron a buscar, emulando a Proust, el tiempo perdido. Aglomeraciones, botellones, reuniones familiares y de amigos, copas y bailes en espacios cerrados con poca ventilación, y todo sin mascarillas, distancia física y poca higiene de manos. Lógicamente nos llegó una segunda onda, y mucho antes de lo previsto. Y esa segunda onda nos dió de lleno. Comenzamos a tener casos y más casos. Se acaba la misma y volvemos a bajar la guardia. Así, llega la Navidad que cuando culmina se acompaña del inicio de la tercera onda, pero ya hay un matiz diferencial importante: Las vacunas. La llegada de éstas ya nos permite actuar de forma activa frente el virus, ya vamos a por él. Pero tendremos que seguir manteniendo las medidas, las que nos han permitido convivir hasta ahora con aquel: Llevar a cabo las actuaciones necesarias por parte de la administración sanitaria cuando la situación de la pandemia así lo requiera, y reforzar en la ciudadanía la necesidad de mantener las medidas preventivas de barrera, incluso estando vacunados.
Hoy el horizonte es otro. Tras la semana santa tuvimos la cuarta ola, eso sí, con una menor intensidad que las anteriores. Ya se ve luz al final del tunel, pero ese túnel tiene todavía varios kilómetros de recorrido. Y durante todo ese kilometraje tenemos que seguir haciendo las cosas bien para evitar que la distancia hacia la luz vuelva a aumentar
Amós José García Rojas
Presidente de la Asociación Española de Vacunología