Rosa Mª Estévez Reboredo.
Unidad de Zoonosis. Área de Análisis de Datos de Vigilancia Epidemiológica.
Centro Nacional de Epidemiología (CNE) Instituto de Salud Carlos III. Madrid.
Tras más de diez meses de pandemia, la comunidad científica continúa esforzándose para hacer frente a un nuevo agente epidémico que, de modo estrepitoso, irrumpió en nuestras vidas antes de la pasada primavera y ha sometido a la humanidad a la prueba de resistencia más dura en la historia más reciente.
Desde hace años, la profesión veterinaria viene alertando del riesgo y posibilidad de aparición de una enfermedad emergente de origen zoonótico de dimensiones pandémicas y, desgraciadamente, esta situación la estamos viviendo a gran escala.
Las zoonosis son enfermedades compartidas entre los animales y el ser humano en las que, generalmente, una especie actúa como huésped principal y otras como hospedadores intermediarios y/o reservorios que pueden padecer o no la enfermedad.
Muchos son los procesos catalogados como zoonosis o con origen zoonótico; entre ellos podemos destacar enfermedades que siempre han acompañado a la humanidad como la rabia, la peste, la salmonelosis o la tuberculosis, pero también, el tétanos, el dengue, el ántrax e incluso el VIH/Sida y, desde luego, otras patologías que han preocupado en las últimas décadas a la sociedad como, la gripe A, el ébola, la encefalopatía espongiforme bovina (mal de las vacas locas), la fiebre del Nilo Occidental (este pasado verano) y la actual pandemia Covid-19.
Para que un agente (en este caso, vírico) infecte a una nueva especie hospedadora (lo que se denomina atravesar la barrera especie) debe sufrir una serie de adaptaciones o mutaciones que le permitan reconocer las nuevas células colonizadas, a todo ello contribuye de modo claro la continua interrelación con animales cercanos en la cadena evolutiva (especies de compañía, cría de animales domésticos para consumo alimentario e interacción con especies exóticas).
En el caso de la actual pandemia, las investigaciones llevadas a cabo hasta la fecha permiten establecer a una especie de murciélago herradura como el huésped origen del nuevo coronavirus, SARS-CoV-2. Aunque esclarecer la cadena de transmisión desde el hospedador origen hasta el ser humano y determinar la existencia, o no, de un posible hospedador intermediario facilitaría la toma de decisiones relativas al control de la enfermedad, ayudaría a entender la epidemiología del agente y podría ser concluyente para valorar si puede volver a surgir en un futuro, lo cierto es que, prácticamente, todo lo que se relaciona con el origen del virus es todavía una incógnita.
Desde los primeros meses de la pandemia han sido muchos los animales candidatos a ocupar el puesto de especie que actúa como eslabón intermediario. En un principio el pangolín, determinadas tortugas o serpientes, fueron el objetivo de todas las investigaciones al ser animales exóticos relacionados con el mercado de mariscos de Wuhan (epicentro de la pandemia la pasada primavera, aunque los resultados de las actividades de rastreo haN puesto en duda que el origen se centrara en dicho mercado).
Con el paso de los meses muchos otros animales se han valorado como eslabón intermediario, principalmente especies silvestres y, en su mayoría, especímenes amenazados y con variable susceptibilidad al virus (diversos simios, tigres, leones, hámsteres o conejos), pero también perros, algunos bóvidos como el yak y otros muchos mamíferos. Hay que tener en cuenta que en la actualidad se ha valorado la susceptibilidad de más de doscientas especies animales sin éxito en la búsqueda de un posible hospedador intermediario que pueda amplificar el virus y haya podido actuar como eslabón en el cruce de la barrera especie.
En cualquier caso, las investigaciones llevadas a cabo sí responden a muchas dudas que preocupan a las autoridades; por ejemplo, ya se considera que las especies ganaderas de mayor representatividad no parecen ser susceptibles al nuevo virus (porcino, vacuno, ganado aviar, etc.), lo cual representa un hecho importante al descartarse así, la posible transmisión por vía alimentaria.
En la actualidad diversos felinos (gatos) o mustélidos (visones y hurones), se han postulado como los posibles eslabones en la cadena de transmisión y acaparan muchos de los estudios. Ello se debe a diversas causas: la detección de algunos casos en gatos domésticos asociados a un contacto estrecho entre un dueño infectado y su mascota y la evidencia de transmisión intraespecie y con el ser humano en algunas granjas de visones. La similitud entre los receptores celulares del tracto respiratorio de estas especies con el lugar de unión viral a la célula humana posibilita que puedan haber actuado como hospedador intermediario.
Los casos asociados a explotaciones de visones continúan en investigación, manteniendo en alerta a las Autoridades por si, excepcionalmente, pudiera surgir algún otro foco (hay que tener en cuenta que, aunque se produjo transmisión intraespecie y zoonótica, los casos detectados en estos animales se iniciaron por personal infectado a su cuidado). No obstante, desde entonces, se han incrementado en estos recintos los protocolos de bioseguridad.
A pesar de todas las especulaciones, hasta la fecha no existe ninguna evidencia de que las personas corran el riesgo de contraer la enfermedad a través de sus animales de compañía y la OIE (Organización Mundial de Sanidad Animal) considera que no existe justificación para tomar medidas que puedan comprometer el bienestar de las mascotas.
En la actualidad, a la espera de obtener más información de relevancia relativa al origen del virus de la COVID-19, la comunidad científica continúa valorando la teoría de la selección natural como la más probable, ya sea mediante una especie intermediaria que haya actuado como eslabón en el salto de la barrera especie o mediante transmisión directa desde el murciélago a las personas y adaptación del virus en las propias células humanas (ya que también existe una teoría que considera como paciente cero a un minero que extraía guano -excrementos de murciélago- de las minas de Mojiang y que ingresó con neumonía en un hospital de Wuhan).
A pesar de los importantes esfuerzos de los científicos por esclarecer las dudas relativas a la cadena de transmisión zoonótica del virus SARS-CoV-2 desde su especie origen hasta el ser humano, todavía es imposible determinar con certeza cómo ocurrió. Mientras tanto, la humanidad debe haberse concienciado de las múltiples amenazas infecciosas que nos acechan y debería exigir e insistir en la necesidad de mantener estrictos controles relativos al tráfico ilegal de especies exóticas, mejorar la seguridad alimentaria, valorar la eficacia y el trabajo realizado por las inspecciones veterinarias (ganaderas, sanitarias y alimentarias) y concienciarse en trabajar para aplicar a nivel mundial estrategias One Health que impliquen una gestión integrada de la salud humana, en coordinación con la sanidad animal a fin de prevenir, en cierto modo, posibles eventos epidémicos/pandémicos emergentes futuros.