Serenidad, coraje y sabiduría en tiempos de turbulencia colectiva

7 febrero, 2025

Habíamos sugerido a los participantes en el Ateneo Félix Prieto la lectura del último libro del tándem Millás-Arsuaga: “La conciencia contada por un sapiens a un neandertal.” Lo elegimos por tener el perfil de la comunicación que se da entre “quien sabe” y quien “quiere aprender”. Escenario que parodia la relación entre quien domina el conocimiento científico y quien posee el conocimiento experiencial, en el proceso de interpretar la relación entre cerebro neuronal y conciencia cognitivo emocional.

Después de leerlo constatamos la oportunidad de contrastar los criterios de un paleoantropólogo, Juan Luis Arsuaga, con las consideraciones que pudiera hacernos en áreas concretas de la reflexión el neurocientífico David Eagleman. https://elpais.com/ideas/2024-02-04/david-eagleman-el-investigador-de-los-secretos-de-nuestro-cerebro.html, quien nos proporciona una reflexión oportuna como referencia del proceso de construcción de la salud: el cerebro está en cambio permanente para adaptarse a la experiencia y al aprendizaje. “El cerebro reescribe su propio circuito, y como sus experiencias son únicas también lo son los vastos y detallados patrones de sus redes neuronales… Su identidad siempre está en movimiento; nunca alcanza un punto definitivo. (…) El cerebro humano se adapta lentamente a su entorno. Está en desarrollo. (…) De nosotros depende lo que acabemos siendo”

 

EL ENCÉFALO Y LA CONCIENCIA

 

En el encuentro subrayamos cuatro consideraciones derivadas de las lecturas que pudieron ser analizadas y valoradas en la tertulia: la toma de decisiones, la capacidad de predicción: la interacción social y la relación entre mente y cerebro.

Estas fueron las aportaciones textuales de Arsuaga y de Eagleman

 

Decisión

Arsuaga: “La realidad te hace creer que decides tú, pero si fueras capaz de recopilar todos lo datos que te condujeron a esa decisión, verías que el destino, o como quieras llamarlo, ha decidido por ti.”

Eagleman: “Hay quien cree que nuestra mente consciente no ejerce ningún control sobre lo que hacemos. Aún cuando las decisiones parezcan espontáneas no existen aisladas.

Titánica complejidad: las fuerzas que guían nuestras vidas quedan muy lejos del alcance de nuestra conciencia o de nuestro control.”

 

Predicción

Arsuaga: “Por supuesto todo lo que hemos hecho antes es importante para predecir lo que haremos, pero no suficiente. Si no sabemos lo que va a ocurrir, es porque nos falta información (BIG DATA)(…)En un sistema complejo (interacción de datos en diferentes direcciones y desde diferentes orígenes) el todo es más que la suma de las partes. Si no conocemos las interacciones que se producen en su interior, tampoco seremos capaces de predecir el comportamiento del sistema.”

Eagleman: “Para mejorar las decisiones no solo es importante conocerse a uno mismo, sino a todos nuestros “yos” (…) El yo consciente es solo la parte más pequeña de la actividad de su cerebro. Sus actos, sus creencias y sus prejuicios obedecen a redes que hay en su cerebro a las que no puede acceder de forma consciente. (…) La conciencia es la manera en que miles de millones de células se ven como un todo unificado, el modo en que un sistema complejo se pone un espejo ante sí mismo

 

La interacción social

Arsuaga: “En los grupos humanos el individuo no ha desaparecido. En una colmena no hay individuos. El individuo es el grupo. Entre los seres humanos la individualidad tiene mucho peso. Pero hay ocasiones en las que el individuo se diluye en el grupo. O le cede parte de su individualidad para formar una especie de conciencia colectiva. (…) Yo creo que la mente es grupal. Tu mente no es tuya, es de tu comunidad lingüística, la mente es colectiva.”

Eagleman: “Nos sentimos cómodos al pertenecer al grupo. El auténtico progreso sólo es posible con alianzas. Y, sin embargo, se provocan cortocircuitos en el funcionamiento social normal del cerebro. (…) Para funcionar normalmente el cerebro necesita a los demás, las neuronas de los demás para desarrollarse y sobrevivir. Nuestros cerebros están preactivados para la interacción social

Eagleman (…) ¿Cómo interactuamos? La interacción exige un modelo organizativo explícito. Que facilite que el flujo de información se organice de una manera determinada, con la cantidad justa que permita la diferenciación (consiguiendo el equilibrio de las diferencias) y de integración (para que se mantenga la comunicación entre las partes distantes)

 

Mente y cerebro

Arsuaga: “¿Son la misma cosa? No tenemos vocablos comunes para referirnos al cerebro y a la mente. Donde yo pronuncio hipocampo, tú pronuncias recuerdo.”

Eagleman: “La neurociencia procura identificar la relación de cada actividad neuronal con estados específicos de conciencia. (…) Quien es Ud. en cada instante depende de los detallados ritmos de su disparo neuronal en cada momento.

 

 

Finalmente, buscamos una tercera referencia que nos mostrara cómo la psiquiatria y la neurociencia confluyen en ese proceso de la relación entre mente y cerebro. Para ello releímos la propuesta de Siri Hustvedt en su libro La mujer temblorosa.

“La mujer temblorosa soy yo”, asume Siri Hustvedt. “Soy mis dolores y todo lo que me pasa; rechazarlo sería expulsarme yo misma de mi propio ser”. Así sella el pacto con «la otra» que tiembla dentro de sí.

En el camino, todo vale para encontrar respuestas pues la escritora que duda, exige a los científicos que miren más allá de los protocolos fijados: conexiones entre cuerpo-alma, conocimiento de lo orgánico e inorgánico, la orilla izquierda y la derecha del cerebro, el sentido de los sueños, los antipsicóticos, la epilepsia, la psiquiatría, la antipsiquiatría y la neurología, el psicoanálisis… reflexionar sobre cómo el paciente se ve afectado por la interpretación de sus males.

Por último, Eagleman nos invitó a reflexionar en el Ateneo sobre la incidencia de la biología celular sobre la identidad neuronal con estas palabras: “La forma en que pensamos sobre la biología del cerebro es que la experiencia implica cambios a todos los niveles, de manera que sí, tiene usted razón, los genes tienen que estar implicados en la plasticidad cerebral. Es cierto que lo habitual es investigar la plasticidad al nivel de las células neuronales y de las sinapsis que forman, refuerzan o debilitan, pero la principal razón es que eso es más fácil de medir. La experiencia modifica el cerebro a todos los niveles, y la distinción entre sinapsis y genes no es real, sino una frontera arbitraria trazada por nosotros, los observadores humanos”.

Es increíble lo que dan de si las “lecturas audaces” del Ateneo Félix Prieto.

 

Serenidad, coraje y sabiduría en tiempos de turbulencia colectiva - Fundación Quaes