La salud social y la psiquiatría comunitaria
Healthious People Living Lab
Durante los encuentros convocados por la Fundación QUAES de reflexión sobre la salud mental, las adicciones patológicas y los quebrantos generados en la relación de cada persona con su entorno, las personas comprometidas con la propia salud y la salud comunitaria -a quienes denominamos healthious people– hemos hablado del odio, como una diana de actuaciones capaces de remitir su incidencia en la salud.
En la quedada del Ateneo Félix Prieto que dedicamos a la locura, desde la perspectiva que la doctora Rosana Corral-Márquez nos planteaba en su novela El muro, los quebrantos psíquicos colectivos quedaron encuadrados en la psiquiatría comunitaria, en palabras compartidas con Vicenta Alborch, directora del Ateneo.
Decidimos indagar en las propuestas que los profesionales sanitarios nos hacen desde dicha especialidad clínica, y redactar las cuestiones que nos suscita.
La psiquiatra María Huertas Zarco publicó Nueve nombres (Temporal, 2021), relatando la historia de nueve mujeres, pacientes del psiquiátrico de Bétera, al que se refiere el relato de El muro (Levanta fuego, 2024). En entrevista publicada por la revista Verlanga, María Huertas afirma: “Hicimos un estudio en 1980 de todas las mujeres que habíamos tratado en Bétera, el motivo de ingreso y su evolución, y casi el 50% eran motivos, que decíamos sociales, no había una enfermedad mental, ni siquiera una depresión. Y ahí hay una diferencia.” https://n9.cl/9bcqsr
Nos importa, en este contexto, hablar del odio comunitario, “el odio nuestro de cada día” como lo llamó el médico de familia Albert J. Jovell en un excelente texto publicado en El País: “El odio es una enfermedad grave que no recibe esa consideración como problema de salud pública.” (…) “y desde una perspectiva epidemiológica, el odio es una enfermedad social que afecta a la salud de las personas y que es muy prevalente en las sociedades modernas.” https://n9.cl/ns8g4.
¿Qué es la psiquiatría comunitaria?
La información compartida por diferentes fuentes cualificadas afirma que “el modelo comunitario de salud mental se fundamenta en el valor del derecho a la vida, a la dignidad humana, a la libertad y al acceso universal a la atención de salud mental, de modo que los individuos y la comunidad puedan encontrar alivio a las vicisitudes y problemas de la vida mental en sociedad.”
¿En qué consiste la psicología comunitaria?
“El objetivo principal de la psicología comunitaria es el estudio de los factores psicosociales que intervienen en el desarrollo y progreso de los individuos en un contexto social y en las relaciones entre: individuo-grupo, social-ambiente.” https://n9.cl/lgafe
En la quedada del Ateneo se enfatizó que cuando existen pocos recursos pasa lo que pasa, la gente está mal atendida, se recurre únicamente a la medicación en lugar de a las terapias que se necesitan. En palabras de María Huertas: “La medicación debe de ser solo un recurso más y siempre dada de manera prudente, valorando si se necesita, pero cuando los otros recursos como la escucha empática de la gente no se pueden dar porque no hay tiempo, se recurre a medicar. Hay muchas cosas preocupantes como son los suicidios o los maltratos de hijos a padres. Una generación de hijos que han tenido de todo y se junta esa exigencia por tenerlo todo con la imposibilidad de tener un porvenir, es una desesperanza tremenda.”
Retomamos las palabras del doctor Jovell: “Pensar que el problema del odio se va a solucionar en las familias o con represión es un error que ya han cometido otros países, sobre todo si se tiene en cuenta que el odio es una enfermedad mental.
También es un error pensar que la adopción de patrones de conducta permisivos reconducirá la situación. Educar en valores supone, en una primera instancia, tener un concepto social responsable de lo que está bien y de lo que está mal y saber transmitir esos valores mediante la representación cotidiana de los mismos.”
En todo caso, es evidente que la salud mental comunitaria implica la participación universal de todos y todas en la construcción de espacios y relaciones de bienestar, generadas desde la comunidad.
En ese proceso que pone en valor el conocimiento científico, nos parece oportuno hacer nuestras las palabras de Albert J. Jovell: la tendencia a ignorar aquello que no es abordable mediante estrategias de pensamiento racional puede ser una de las causas por las que la ciencia es tan negligente con el estudio del odio, asume opiniones como hechos y transfiere las responsabilidades educativas a las familias.”
La salud mental es un bien común y, por tanto, prosigue: “Desde una perspectiva de salud pública, aparte de la intervención escolar, una buena estrategia de educación sanitaria para prevenir el odio y sus consecuencias en la sociedad española sería la sanción de la mentira y de las acusaciones o rumores infundados. La excesiva permisividad con la que se toleran y se consienten la mentira y el voceo en nuestra sociedad, así como la aceptación acrítica de opiniones y eslóganes que carecen de argumentación, contribuyen a retroalimentar conductas basadas en el odio. Y si el odio ha de ser un problema, debería serlo para el que odia, no para el o los odiados.”