Ocho pacientes responden de forma positiva a un tratamiento experimental combinado con fármacos convencionales
De los más de 100 tipos de cáncer conocidos, el de páncreas es el más letal. El 88% de los pacientes mueren a pesar de haber recibido los tratamientos disponibles, principalmente cirugía y quimioterapia. Esta terrible estadística tiene un reverso luminoso: un 12% de enfermos sobreviven. Algunos viven años, incluso más de una década, sin sufrir recaídas. En términos médicos están curados. ¿Cómo lo consiguen?
Esa pregunta ha inspirado el desarrollo de una vacuna contra el cáncer de páncreas basada en ARN, la misma molécula que permitió crear en tiempo récord las inmunizaciones contra la covid. Los resultados de las primeras pruebas en pacientes —apenas 16 personas en una primera tanda de ensayos— acaban de mostrar resultados prometedores. La vacuna ha conseguido activar el sistema inmune de la mitad de los pacientes. Ninguno de ellos tuvo una recaída en el tiempo que duró el ensayo: 18 meses. En cambio, todos los enfermos en los que la vacuna no provocó reacción sufrieron recaídas.
Los resultados son aún muy preliminares, pero marcan un importante hito en un campo en el que los tratamientos y la supervivencia de los pacientes apenas han mejorado en los últimos 40 años.
El cáncer de páncreas es el tumor frío por antonomasia. En jerga oncológica, esto significa que el sistema inmune es incapaz de detectarlo y provocar inflamación —calor— para matarlo. Por eso en el páncreas no funciona la inmunoterapia, el tratamiento oncológico más exitoso de los últimos años. Lo sorprendente es que los tumores de supervivientes a largo plazo están ardiendo: en ellos hay hasta 12 veces más células inmunes que en el resto de pacientes. Esas células inmunes son linfocitos T asesinos, un tipo de glóbulo blanco capaz de matar a otras células. Los linfocitos T de los supervivientes han aprendido a identificar las proteínas aberrantes que produce el tumor—llamadas neoantígenos— y aniquilarlo.
“Tras analizar muestras de supervivientes a largo plazo, nos preguntamos si podíamos emularlo en el resto de los pacientes”, explica a este diario Vinod Balachandran, médico del Centro de Cáncer Sloan Kettering de Nueva York y líder del equipo que ha desarrollado la vacuna. Lo más importante, opina, es que al contrario de lo que se pensaba hasta ahora, el cáncer de páncreas sí produce moléculas que permiten lanzar al sistema inmune contra él.
Los resultados se publican este miércoles en la revista Nature, referente de la mejor ciencia mundial. Junto a Balachandran firman Ugur Sahin y Özlem Türeci, el ya célebre matrimonio de origen turco que fundó BioNTech y creó la exitosa vacuna de ARN contra la covid en colaboración con Pfizer. Lo cierto es que ambos montaron su empresa, precisamente, con la idea de conseguir las primeras vacunas efectivas contra el cáncer.
En este complejo ensayo clínco hubo que fabricar una vacuna para cada paciente. Tras extirpar los tumores del abdomen de los 16 participantes, los investigadores secuenciaron su genoma e identificaron hasta 20 neoantígenos. Luego crearon vacunas de ARN que contenían la receta para que cada uno sintetizase en su organismo las moléculas específicas de su tumor.
En este punto se les administró atezolizumab, un fármaco de inmunoterapia, una dosis de vacuna y, por último, mFolfirinox, un tipo de quimioterapia. Luego dieron una dosis de recuerdo. Además de los resultados positivos en el 50% de los pacientes ya mencionados, los investigadores observaron que aumenta en su organismo la cantidad de linfocitos asesinos, lo que probablemente esté detrás de la ausencia de recaídas. Balachandran explica que esperan comenzar “pronto”, junto a BioNTech, la segunda fase de pruebas más detalladas y con más pacientes, algo esencial para esclarecer la efectividad real de la vacuna.
Una supervivencia de 18 meses sin recaída es un tiempo muy respetable”
Ignacio Melero, Clínica Universidad de Navarra
“Estos resultados son muy prometedores y sientan la base para una segunda fase de ensayos clínicos”, resaltan Amanda Huff y Neeha Zaidi, investigadoras de la Universidad Johns Hopkins (EE UU) que no han participado en el estudio, en un comentario también publicado este miércoles. Estas especialistas en vacunas oncológicas resaltan una observación sorprendente. Uno de los pacientes que respondieron a la vacuna tenía linfocitos asesinos no solo en su páncreas, sino también en el hígado, que aparentemente estaba sano, ¿por qué? Al parecer tenía una lesión no cancerígena caracterizada por una mutación en el gen TP53, que es la misma que había en su cáncer de páncreas. Esto hace pensar que el sistema inmune activado por la vacuna podría combatir no solo el tumor primario, sino también la metástasis en otros órganos.
Ignacio Melero, experto en inmunoterapia de la Clínica Universidad de Navarra, destaca el avance. “Cuando el cirujano extirpa estos tumores suele quedar enfermedad residual. Estos resultados nos muestran que puede tener sentido añadir esta vacuna, que es la primera de ARN que ha mostrado resultados positivos en el páncreas, a los tratamientos convencionales. Una supervivencia de 18 meses sin recaída es un tiempo muy respetable”, resalta. Pero el oncólogo también advierte de que, por ahora, “la tecnología para desarrollar estas vacunas es muy compleja, especialmente porque hay que hacer una por paciente”. Aunque el tumor de páncreas no es uno de los más comunes, solo en 2020 se diagnosticaron más de 9.000 casos en España.
Ana Fernández-Montes, portavoz de la Sociedad Española de Oncología Médica, cree que esta es una “aproximación muy esperanzadora”. “Hablamos de un tumor que tras una cirugía solo puede recibir quimioterapia para evitar recaídas, tratamiento a su vez con un elevado índice de fracasos y con una toxicidad muy importante”, explica. “Este tratamiento es un hito en los pacientes en los que se consigue estimular el linfocito T. Estamos convirtiendo un tumor frío, que no responde a inmunoterapia, en uno caliente, que potencialmente sí lo hará”, añade.
Balachandran habla sobre las limitaciones de su trabajo. “Es difícil comparar lo que vemos en los pacientes vacunados con lo que vimos en los supervivientes a largo plazo, pero sí sabemos que el tipo de células inmunes que se activan son las mismas: los linfocitos asesinos T CD8+”, explica. El médico dice que hay que seguir estudiando esta vacuna experimental modificando ligeramente los tiempos de combinación con la quimio y la inmunoterapia para ver si mejora la efectividad. También tendrán que responder a la pregunta más acuciante: ¿por qué solo la mitad de los pacientes reaccionan a la vacuna?
Fuente: https://www.nature.com/articles/s41586-023-06063-y?s=08