Pablo Fernández Navarro
Investigador Científico de la Unidad de Epidemiología de Cáncer y Ambiental del Centro Nacional de Epidemiología,
Instituto de Salud Carlos III. Director del grupo de Bioinformática y Gestión de Datos (BIODAMA).
Miembro del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP).
La radiación ionizante (RI) es un agente carcinogénico que puede producir distintos efectos biológicos dependiendo de la dosis y el tipo de radiación [1]. Los riesgos para la salud ante exposiciones a altas dosis de RI son bien conocidos, sin embargo, ante la exposición a bajas dosis existe una mayor incertidumbre tanto sobre los efectos biológicos como sobre los riesgos asociados [2]. Actualmente, estos riesgos se estiman utilizando un modelo lineal extrapolado a partir de las observaciones hechas en dosis altas. Pero cada vez existen más evidencias de que las estimaciones de riesgo basadas en este modelo, podrían no ser las más correctas, dado que la respuesta celular a bajas dosis es compleja y varía de forma no lineal según la dosis.
La evidencia científica entorno a las dosis bajas de radiación recogida señala que el riesgo sobre la salud ante exposiciones a las bajas dosis de radiación puede verse modificado por los estilos de vida, el sexo, la edad, otras exposiciones ambientales y las diferencias en la constitución genética. En relación con estas últimas, las nuevas tecnologías están permitiendo el estudio de la susceptibilidad genética individual y poblacional a muchos niveles lo que seguro posibilitará un mejor entendimiento de respuestas biológicas complejas ante la exposición a bajas dosis de radiación ionizante. Varios estudios basados en el uso de líneas celulares humanas y modelos in vivo de ratón, sugieren que algunos cambios en la expresión génica podrían ser utilizados como biomarcadores de sensibilidad individual a la exposición a bajas dosis de radiación ionizante. También se han identificado diferencias en la fosforilación proteica en distintos tipos celulares y cambios en los patrones de metilación. Pero, muchos de estos hallazgos son controvertidos. Asimismo, se ha observado que los microARNs podrían ser otros biomarcadores susceptibles de ser alterados.
El efecto en salud a nivel poblacional de la exposición a bajas dosis de RI se ha estudiado en diversos estudios epidemiológicos analizando la incidencia o la mortalidad del cáncer en áreas cercanas a las instalaciones nucleares, o analizando las RI de origen natural. Numerosos estudios han analizaron la incidencia y la mortalidad del cáncer en áreas cercanas a este tipo de instalaciones. En estos estudios no encontraron excesos de riesgo de cáncer en muchas ocasiones. La exposición a RI en las inmediaciones de este tipo de instalaciones suele ser de dosis muy bajas, y muy por debajo del nivel de radiación natural de fondo, por lo que es difícil diferenciar el efecto de una o de otra exposición; además estos estudios epidemiológicos se han centrado generalmente en tumores hematológicos y grupos de edad jóvenes, y muy pocos han buscado evaluar en profundidad otros tipos de tumores.
En España, varios estudios han analizado la mortalidad por distintos tumores en los municipios próximos a las instalaciones nucleares en España, observando un exceso de riesgo de mortalidad por leucemia, por mieloma múltiple y por cáncer de pulmón y cáncer renal. Y en un estudio ecológico de cohortes retrospectivas realizado en España, se observó que las dosis que había recibido la población de las áreas de estudio como consecuencia del funcionamiento de las instalaciones habían sido pequeñas, y estaban muy por debajo de las que se asocian con efectos en la salud. Por otro lado, no se observaron incrementos de la mortalidad por los diferentes tipos de cáncer estudiados asociados a la exposición a RI debidas al funcionamiento de las instalaciones.
Por último, existen números trabajos estudiando el efecto en salud de la RI de origen natural, presente en la naturaleza como consecuencia de los materiales radiactivos de la corteza terrestre. En el interior de los hogares también puede existir radiactividad, procedente principalmente del gas radón. La Organización Mundial de la Salud estima que entre un 3-14% de los casos de cáncer de pulmón a nivel mundial son atribuibles al radón residencial . El radón representa la segunda causa más importante de cáncer de pulmón en fumadores, después del tabaco, y la primera en no fumadores. Numerosos estudios epidemiológicos avalan esta asociación. Finalmente, cabe destacar que, aunque la relación etiológica entre el radón y otros tumores u otras causas de enfermedad distintas del cáncer pulmón es controvertida, en varios estudios se han observado asociaciones entre el radón y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, cáncer de piel, la leucemia linfoblástica aguda, tumores del sistema nervioso central, cáncer de esófago, cáncer de encéfalo, cáncer de estómago, y cáncer de encéfalo en mujeres.
REFERENCIAS
[1] Brenner, D. J., & Mossman, K. L. (2005). Do radiation doses below 1 cGy increase cancer risks? Radiation Research, 163(6), 692-693.
[2] Mullenders, L., et al. (2009). Assessing cancer risks of low-dose radiation. Nature Reviews. Cancer, 9(8), 596-604.