Virginia Arqué Nueno
07/11/2022
En Reino Unido están haciendo un ensayo clínico para cultivar sangre en laboratorios a partir de células madre y no depender siempre que alguien se arremangue y dé sangre para poder salvar vidas. Sobretodo en los casos de gente con grupos sanguíneos poco habituales, lo que se llama tener «sangre rara», con muy pocos donantes compatibles.
Es la primera prueba de este tipo a nivel mundial que se está realizando en personas, según los investigadores Ashley Toye y Jane Frayne del Instituto de Biodiseño de la Universidad de Bristol, que la llevan a cabo. El proyecto –en el que trabajan unas 30 personas en equipos de Bristol, Cambridge, Londres y del NHS Blood and Transplant– se centra en producir glóbulos rojos, encargados de transportar el oxígeno de los pulmones al resto del cuerpo, modificados genéticamente.
¿Cómo funciona el proceso?
El proceso comienza con una donación de sangre habitual de la que se extraen células madre que pueden convertirse en glóbulos rojos.
Estas células madre se replican en el laboratorio, donde se reproducen en grandes cantidades. Por último, se convierten estas células sanguíneas altamente compatibles en glóbulos rojos modificados gracias a una técnica de edición genética. En tres semanas pueden convertirse 500.000 células madre en 50.000 millones de glóbulos rojos, de los que 15.000 millones estarían, tras filtrarse, en una etapa de desarrollo adecuada para ser trasplantados.
El objetivo inicial era fabricar grupos sanguíneos «vitales», difíciles de conseguir, para ayudar a personas con pocos donantes que dependen de transfusiones regulares para sobrevivir –por ejemplo, porque sufren anemia falciforme.
Dos décadas de investigación
El proyecto de la Universidad de Bristol arrancó hace más de 20 años, en 2009, cuando se empezaron a cultivar glóbulos rojos en el laboratorio y también se empezó a buscar una fórmula para hacerlos lo más compatibles posible con cualquier tipo de sangre.
La fórmula la encontraron hace 4 años, en 2018, al conseguir generar in vitro glóbulos rojos personalizados según el grupo sanguíneo del paciente. Y ahora, después de años de pruebas y ensayos, han comenzado las transfusiones a personas de sangre producida en laboratorio, para ver cómo reacciona el cuerpo.
En el ensayo participan, de entrada, 10 voluntarios sanos que recibirán dos donaciones, una de sangre normal y otra de sangre cultivada en el laboratorio. A los dos primeros voluntarios se les ha inyectado ya una primera dosis. Ambos están bien y sin efectos secundarios.
Normalmente, los glóbulos rojos duran unos 120 días antes de ser reemplazados en el cuerpo. Los de las donaciones de sangre sólo se conservan 42 días. Además, una donación habitual contiene una mezcla de glóbulos rojos jóvenes y viejos, mientras que la sangre cultivada en laboratorio es toda nueva y, por tanto, se estima que puede durar más o, como mínimo, los 120 días completos. Esto permitiría, explican los investigadores, donaciones más pequeñas y menos frecuentes en el futuro.
Un proceso muy caro
Si se supera esta etapa y se demuestra la compatibilidad de esta sangre una vez inyectada en el organismo humano, el siguiente reto es abaratar el proceso, que es muy caro. Los investigadores piden para ello más inversión en biorreactores que les permitan automatizar el proceso y realizar grandes producciones de sangre modificada y filtrada que hagan viable su aplicación clínica y terapéutica. Aseguran que, si el sistema se demuestra seguro y efectivo, «la producción de glóbulos rojos puede revolucionar los tratamientos de las personas que padecen desórdenes sanguíneos y para quienes tienen un grupo sanguíneo raro, con pocos donantes.»